*

Más de 50 años después, la legendaria banda británica Pink Floyd lanza una versión restaurada y remasterizada del show filmado sin público en el anfiteatro romano, con temas clásicos y grabaciones inéditas

Más de cinco décadas después de haber tocado sin público en uno de los escenarios más insólitos del rock, Pink Floyd desempolva su icónica sesión en el anfiteatro romano de Pompeya con el lanzamiento del álbum Pink Floyd at Pompeii – MCMLXXII (2025 Mix). Se trata de la primera vez que este concierto se publica en formato de disco, con una mezcla remasterizada y dos bonus tracks que amplían aún más el mito.

El material recupera la actuación filmada en 1971 por Adrian Maben para la película Pink Floyd: Live at Pompeii, que salió en 1972. En ese entonces, la banda británica —compuesta por David Gilmour, Nick Mason, Roger Waters y Richard Wright— tocó en un coliseo vacío, rodeados solo del equipo técnico. El resultado fue un registro atípico, casi místico, que unía la psicodelia del grupo con el peso simbólico de las ruinas.

Este nuevo lanzamiento tiene una duración cercana a la hora y media e incluye temas clave como "Echoes" (en dos partes que abren y cierran el disco), "A Saucerful of Secrets", "Set the Controls for the Heart of the Sun" y "One Of These Days". También aparece la versión alternativa de “Careful with that axe, Eugene” y una toma sin editar de “A Saucerful of Secrets”, ambos como pistas extra.

Una rareza que vuelve a aparecer es "Mademoiselle Nobs", una especie de reinterpretación de "Seamus" con los aullidos de una perra Borzoi mezclados con armónica, grabada en los estudios Europasonor de París. Detalles como ese recuerdan que Pompeya no fue solo un concierto, sino una pieza experimental de sonido, cine y atmósfera.

El estreno del álbum coincide con la proyección mundial de una versión restaurada en 4K del filme original, realizada a partir del metraje en 35 mm. El reestreno en cines ya ha recaudado más de 6 millones de dólares, confirmando el atractivo atemporal de este material.

Detrás de la elección del escenario está una anécdota accidental: el director Adrian Maben perdió su pasaporte entre las ruinas mientras vacacionaba, y al regresar solo al anfiteatro, intuyó que ese era el lugar perfecto para filmar. No encontró el pasaporte, pero sí una de las postales más duraderas del rock.

Más que una simple reedición, Pink Floyd at Pompeii – MCMLXXII funciona como una cápsula del tiempo: una forma de mirar hacia atrás justo antes de que Pink Floyd diera el salto definitivo con The Dark Side of the Moon, y también como recordatorio de que algunos experimentos —por caóticos o accidentales que parezcan— pueden volverse eternos.


También en Pijama Surf: Post punk: los ecos de concreto (GUÍA DE ESCUCHA)


Imagen de portada: Youtube