Presidente InterContinental Monterrey: un refugio sensorial y sostenible en el corazón del lujo regio
Ecosistemas
Por: Carolina De La Torre - 06/02/2025
Por: Carolina De La Torre - 06/02/2025
Monterrey, esa ciudad que ha sido moldeada por el acero y el concreto, ahora también abre un respiro. En San Pedro Garza García —el epicentro de una modernidad sin pausa—, una nueva joya arquitectónica se alza con una propuesta que no solo abraza el lujo, sino que busca dialogar con el entorno. El recién inaugurado Presidente InterContinental Monterrey es más que un hotel: es un gesto hacia una hospitalidad que intenta reconciliar comodidad, diseño y conciencia.
Desde que se cruzan sus puertas, la luz parece jugar en complicidad con la arquitectura. Todo está diseñado para envolver, no para imponer. Las formas y los materiales hablan en voz baja, creando un ambiente cálido, inteligente y armónico. En sus habitaciones, paneles digitales permiten controlar cada detalle: luz, temperatura, cortinas. Una experiencia de eficiencia y silencio pensada para viajeros que ya no solo buscan dormir bien, sino habitar el confort con propósito.
Pero lo que distingue a este espacio no está solo en sus amenities, sino en lo que decide no mostrar de manera estridente: su compromiso ambiental. Energía limpia, campañas de concientización hídrica, reducción de residuos, eliminación de plásticos de un solo uso, cargadores para autos eléctricos… son acciones concretas que no se presumen, pero se sienten. Una hospitalidad que no solo cuida al huésped, sino al territorio que lo sostiene. Cada una de estas decisiones se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, lo que convierte al hotel en un actor activo en la transformación de la industria hacia modelos más responsables y regenerativos.
Los martes por la noche, son días de mezcal; el bar Inter ofrece una experiencia que enraíza cuerpo y sentidos: una cata acompañada de aperitivos locales, donde el sabor cuenta una historia de tierra y manos. Detalles como este revelan el alma del hotel: una apuesta por lo cultural, por lo orgánico, por la memoria.
Y para quienes buscan habitar los sabores desde todos los sentidos, el restaurante Lilou ofrece una experiencia inmersiva y delicada. La atmósfera —envolvente y cuidadosamente diseñada— nos transporta a un espacio donde el gusto se vuelve ceremonia: flores de cerezo decorando el entorno, vajilla creada exclusivamente para esta vivencia, y una ambientación que parece sincronizarse con cada nota del menú. Aquí, el lujo no es opulencia, es presencia. Cada elemento está dispuesto para que cuerpo, memoria y emoción se fundan en un solo gesto.
Lo sostenible no es un adorno ni una etiqueta en la puerta. En este hotel, parece integrarse como lo hace la luz al caer sobre los muros. Una manera de entender el futuro de los viajes no como evasión, sino como una forma de cuidar —en lo posible— el lugar que habitamos, aunque sea por unas noches.
Viajar puede ser también una forma de volver a mirar. Y este espacio, escondido entre la sierra y el vértigo de la ciudad, nos recuerda que el verdadero lujo es sentir que aún es posible hacerlo distinto.