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La autora británica creó el “J.K. Rowling Women’s Fund”, una organización que apoyará litigios para excluir a mujeres trans de espacios públicos. El dinero proviene de las ganancias generadas por su popular saga de libros.

Durante años, la historia de un niño mago fue el refugio de millones. Harry Potter no solo formó lectores: moldeó infancias, enseñó sobre el poder de la amistad, el amor, la rebeldía. Pero detrás de esa narrativa entrañable, su autora ha vuelto a hacer uso de su fortuna y su influencia para impulsar una agenda que excluye y hiere.

A finales de mayo, J.K. Rowling anunció la creación del J.K. Rowling Women’s Fund (JKRWF), un fondo privado financiado por su propia fortuna —la misma que ha crecido gracias a libros, películas, obras de teatro y más productos derivados del universo de Harry Potter. El propósito del fondo: apoyar legalmente a personas y organizaciones que defienden los “derechos basados en el sexo biológico”.

La frase suena técnica, casi neutra. Pero en contextos legales y políticos recientes, es una expresión utilizada de forma recurrente por grupos que buscan excluir a las personas trans —especialmente a las mujeres trans— de espacios públicos, jurídicos y simbólicos. En palabras más claras: se trata de seguir debilitando los derechos de una de las poblaciones más vulneradas y estigmatizadas de la actualidad.

No es la primera vez que Rowling se involucra de manera directa en este tipo de acciones. En 2024 donó más de 88 mil dólares a For Women Scotland, una organización que perdió un litigio contra una ley escocesa que reconoce legalmente a mujeres trans. Tras el fallo judicial —que limitó la definición legal de “mujer” al sexo asignado al nacer— Rowling celebró públicamente: publicó una foto suya bebiendo y fumando un puro, acompañada por la frase “Me encanta cuando un plan sale bien”.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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La imagen no fue inocente. En abril de este año, tras otro fallo del Tribunal Supremo del Reino Unido que reforzaba esa interpretación “biológica” de la mujer en la Ley de Igualdad, Rowling volvió a usar sus redes para festejar. En un juego de palabras tan polémico como revelador, se refirió a la fecha como el “TERF VE Day” (en alusión al Día de la Victoria en Europa que marcó el fin del nazismo). Un intento grotesco por equiparar el avance de su causa con el fin de una ocupación totalitaria.

La escritora, que ya en 2022 había fundado Beira’s Place —un centro para víctimas de violencia sexual que excluye a mujeres trans—, ha demostrado que su cruzada no es casual, ni espontánea, ni retórica. Es estratégica, financiada y sostenida con la misma fortuna que millones de fans ayudaron a construir.

Hoy, esa narrativa mágica que nos enseñó a luchar contra los que abusan del poder, a no callar frente a la injusticia, parece haberse roto desde su base. No por los libros, ni por los lectores. Sino por la insistencia de su autora en usar su influencia para recortar derechos, desde una trinchera que se alimenta del prestigio que  una historia sobre el valor, la empatía y la diversidad le brindó.


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Imagen de portada: Jk Rowlling Stories