*

¿Qué enseñan religiones como el budismo sobre la reencarnación? ¿Por qué es más acertado hablar de renacimiento o reexistencia? ¿Es un problema no solo probar su existencia, sino también concebir o representar este fenómeno animal y humano?

Para las sectas budistas, la continuidad individual, es decir, instintos básicos, hábitos, preferencias, lugares comunes y todo tipo de talentos, se hunde todavía más profundo que en un único nacimiento, un nanosegundo entre una pantalla vacía y la primera letra mayúscula o una concepción dada por mis padres del todo original. Se hunde en vidas pasadas. He sido muchas veces recién nacido y mis nacimientos serán propensiones acumuladas, una serie de genes todavía más sutiles, que no recibí directamente de una señora y un señor, en una cadena hasta los primeros homínidos. Sería una información que no es propiamente este cuerpo o el anterior, sino tener un cuerpo que es siempre expresar. Así como el universo no es un hecho presente, uno anterior o uno por venir. Solo puedo afirmar que es incontrolable.

Todas estas conductas no limitadas a lo que concibe como identidad el sentido común pueden ser un problema de acuerdo con el budismo, por ser hasta cierto punto indisociables del enojo, el apego o la ingenuidad. Los renacimientos implican también que continúan un bucle compulsivo, donde vuelvo a hacer cara de tonto, de frustrado o de ira. Esos son los infiernos y no un campo al rojo vivo lleno de ghouls. A diferencia del transhumanismo, los budistas en ese sentido no desean renacer.

Las experiencias felices o trágicas no aparecen cuando algo se ha reiniciado, sino en renacimientos o reinicios sucesivos. No son un tejido moral, recompensas y castigos, sino parte de acciones presentes que son parte de acciones previas, de acuerdo con una serie de leyes de causa y de efecto conductual. Mis travesuras tienen consecuencias para alguien más que no puedo decir ni que es yo ni que no lo es.

El renacimiento como tal no existe, y quizás por eso no se podría probar por medio de la percepción directa. Renacer tiene como única demostración el que ningún hecho sea comprensible por sí mismo. Que los hechos no sean explicables, sino que permitan explicaciones hasta cierto límite. ¿Pero en verdad esto es una prueba?

Algunos budistas recurren a los ejemplos de personas que aparentemente pueden recordar hechos de sus vidas pasadas, y así identificar pertenencias personales o a personas que solían conocer en otra dimensión temporal.

De cualquier forma, por más pequeños que hayamos sido, los niños nunca fuimos casetes en blanco. Por eso hasta el ser más sencillo, breve y joven demuestra una personalidad, que los adultos advierten como una serie de tendencias o repeticiones con algún sentido bien observables. ¿De dónde venimos entonces? Sea como sea, no se trata de que los científicos deban probar que el renacimiento no existe. Les corresponde en todo caso investigar si hay tal fenómeno. Aunque los términos para esto son muy engañosos: porque no tiene sentido verificar si un hecho es lo que es. Algo que pasa es algo que pasa. Si los hechos de mi persona “son de otras”, esto no solo supone preguntar si un científico tiene algún medio para darse cuenta o no, sino que no contaría con un sujeto claro, alguien a quien conocer en un trabajo de campo. 

La mente queda descartada en el budismo como un lugar o como algo que pueda llevar a cabo acciones en esta vida o en otras. Se trata de hechos que pueden entenderse como “mentales”, pensamientos, sonidos, visiones o sentimientos. Hechos que se comprenden y también hechos que no se comprenden. ¿Pero de dónde proviene esa actividad mental que involucra a todo tipo de objetos cognitivos?

Lo único que tiene en común una mente con las mentes de vidas anteriores serían todo tipo de patrones. Es decir, aunque un hecho mental fuera idéntico a otro, no sería el mismo, por lo que el primero y el segundo no ocurren a partir de reglas propias. Lo kármico no puede ser solo mental o solo físico, de la mente como lo no visible, o del mundo de lo visible. La mente que no se ve es ver cosas, y el mundo que se ve no se ve todo el tiempo. El renacimiento no sería una explicación comparable a las respuestas acerca de dónde viene mi cuerpo, o algo como un IQ alto, la hemofilia o la bipolaridad. Eso ya lo ha aclarado más o menos bien la genética biológica. ¿Pero y la genética que expande las fronteras de lo sutil? Para los budistas, sería demasiado atribuir al ADN cierta tendencia a la claridad o al error, cierta monstruosidad y cierto estado sereno en escenarios tan mentales como físicos, o estorban los adjetivos.

Sería bastante inexacto hacerme una idea del renacimiento como la siguiente:

Una pequeña caja de herramientas viajando de una vida a la siguiente sobre una cinta transportadora, mientras se apagan y encienden las luces de esta fábrica en la Vía Láctea.

Y acabo de cometer otro error, porque no podría ser inexacto o exacto algo que transgrede y trasciende el mismo concepto y principio de una imagen. Pero incluso si hubiera por ahí una imagen del renacimiento, aseguro que no la conozco, porque tendría que ser capaz de verme a mí mismo como yo y como mis vidas pasadas. Esto puede ser muy desconcertante, pero uno puede evitar renacer, si es que en verdad ocurre esto: evitando convertir al miedo en un patrón, solo aceptando ser lo más claro posible. Tal y como Kubrick regañaba a las escuelas por cometer el error fatal de tratar de enseñarnos a los niños usando el miedo reiterado como motivación. La analogía más clara sería que esto es como las películas o, mejor, como el anime. Una continuidad de fotogramas, una corriente de colores. Aunque el problema es que una película implica que sea vista, pero el renacimiento incluye también acontecimientos previos que fueron inconscientes. Luego entonces, ¿cómo saber si algo ocurrió aun si no fue notado y admitimos que no sabemos de qué trataba? Esto vuelve a sugerir que un renacimiento es un misterio para todo el universo.

¿Cómo saber lo que realmente pasa? Para Nagarjuna, aunque constantemente hable con predicados sobre lo que veo o incluso sobre lo desconocido, estos carecen de naturaleza propia, solo permiten eso a lo que la gente se refiere como “pensamiento convencional”. Si los cristianos piden a los niños un “examen de consciencia”, ¿en qué te has equivocado?, los budistas algo así como un “examen de conducta”, ¿qué te ha estado pasando? El renacimiento es todavía más problemático porque no abarcaría solo vidas humanas. Comportarse de cierta manera no es algo intrínseco. Lo que pasa en la mente no solo pasa en la mente, o esta no es un interior como subir las escaleras sin fin de “Super Mario 64”. La mente es lo que existe, y que se haga humana o diabólica, femenina o masculina, buena o mala no tiene un sentido definitivo. La mente como la naturaleza es sentido, y esto es un poco liberador.

Algunos budistas me invitarían a revisar si estaré insistiendo en la repetición de una determinada conducta propia de algún animal. A lo mejor me tiro mucho a la flojera como un perezoso, o soy demasiado dedicado con mi escuela y muy parecido a una hormiga obrera. ¿Por un tic nervioso mi renacimiento puede que tienda a ser el de un animal? Esta idea es interesante, pero tiene inconvenientes y bastante ingenuidad. Para empezar, me genera desconfianza que el budismo vea en cualquiera de estos casos una vía para la degeneración. Al menos habría que poner en duda si siempre es mejor ser humano que de alguna otra de las millones de especies que existen, la mayoría todavía por ser descubiertas en el vientre del océano. Luego, esta idea no distingue conductas de intenciones parecidas, y juzga además ciertos hábitos como poco humanos, cuando más bien son poco decorosos según quien mire. Yo no conozco a ningún simio que se saque los mocos y que viva por ello las mismas satisfacciones y los mismos inconvenientes que un niño en un salón de escuela. La curiosidad mató al gato, pero yo no soy un gato. Pero quizá es todavía más ilustrativa e interesante una aportación filosófica de Wittgenstein:      

Si un león pudiera hablar, no lo entenderíamos. Sí, podríamos buscar un intérprete. Pero ¿eso de que nos serviría? Imaginar un lenguaje es imaginar una forma de vida.

Porque no existe una cabeza separada del universo, sabemos y no sabemos lo que pasa en cabeza ajena. Hay un cambio ilimitado de límites, no somos nuestras experiencias, pero que existan es que sean experimentadas. Como decía Darwin:

No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente. Sino aquel que se adapta mejor al cambio. Grande es el poder de la tergiversación constante.

Quizá la idea de ser yo mismo es un parásito que se alojó en mi cabeza. Quizá el parasito no es otro que creer que en algún momento me aloje en “mi cabeza”, en mi alma, en esa zona mística no profanada. Ese “mi” es algo sobreentendido, ¿de qué otra cabeza podría estar hablando que no fuera la mía? ¿Pero esa cabeza dice algo acerca de mí, es yo como decir “soy yo”? Está en el exterior y el exterior está en ella, ¿y yo? ¿Dónde estoy en todos esos hechos que se ven fuera y dentro de la cabeza?

Estas interrogantes son clave en el budismo. Porque propone extinguir esa identificación con tantas cosas que me pasaron a mí o que le pasan al mundo esté o no esté yo. Esto sería “el Nirvana” o la extinción del sufrimiento. Para el Buda:

Donde no hay nada, donde nada se puede aprehender, es la última isla. Yo la llamo Nirvana. La extinción completa de la vejez y de la muerte… Una llama impulsada por un viento impetuoso va en reposo y no puede ser definida, así el sabio liberado del cuerpo y del espíritu va en reposo.

Los niños podemos ser caprichosos, pero esto puede ser útil para descartar la idea de que cualquier pretensión es definitiva. Las confusiones renacen, esta es la mejor manera de hablar de esto. La creencia en un sí mismo es que me representa mi vida como una posesión de las ideas separadas del resto de las cosas, porque ninguna es su propia naturaleza. Pero el problema es un poco más complejo: así como no todas las series de anime son el mismo anime, y la vida de Naruto no forma parte de “The Promised Neverland”, tampoco las continuidades mentales o “mentes” son una sola. Si todos fuimos uno y lo mismo: en la fecha límite para entregar una tarea, yo no podría tener flojera y tú estresarte por la calificación al mismo tiempo. A mí me gusta comer tocino y salchichas, pero podrías sermonearme con que al menos no debería comer cerdo, porque es un animal demasiado inteligente y con un área desarrollada en el cerebro que le permite sufrir aislamiento en los mataderos. A todo esto, ¿dónde estaría la soledad si un cerdo puede sentirla, pero no las gallinas?

Entonces, ¿no hay alguien que renace, pero tampoco una vida universal que regresa una y otra vez? Nadie fue mis vidas pasadas, se tratan de hechos que pasaron. Incluso creer sin razón que tuvo lugar un hecho falso se trata de un hecho más que pasó. ¿Dónde ocurre todo esto? Nagarjuna lo expuso de la siguiente manera:

El Buda ha explicado el sí mismo, ha predicado la ausencia de sí mismo y también ha predicado que no existe ningún sí mismo ni ninguna ausencia. No la unidad, no la multiplicidad, esta es la inmortal enseñanza de los Budas, los señores del universo.

Cualquier punto de vista basado en negar el resto de las cosas termina negándose a sí mismo. Hay que llamar y hablar. No sé si de hecho nací o lo imagino, si podría no haber nacido. “No haber sido yo” y “ser otra persona”, me pregunto si es lo mismo.

 

Imagen de portada: reencarnación, Sri Chaitanya Saraswat Math.