La historia detrás de El beso de Klimt: origen, significado y por qué sigue hechizando al mundo
Arte
Por: Carolina De La Torre - 07/13/2025
Por: Carolina De La Torre - 07/13/2025
Hay cuadros que parecen susurrar secretos. Que no sólo se miran, sino que se escuchan con los ojos. El beso de Gustav Klimt es uno de ellos. Un gesto detenido en el tiempo, una escena tan íntima que se ha vuelto universal. Brilla, literalmente, como si su fulgor viniera desde otro plano. Y sin embargo, es profundamente humano.
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Pero antes de ser símbolo, postal o hasta meme, El beso fue un experimento. Una apuesta. Una ruptura. A principios del siglo XX, Viena era un hervidero de ideas nuevas: el psicoanálisis de Freud, los cuestionamientos sociales, el modernismo. Klimt, ya en sus cuarenta, decidió abandonar el realismo académico que le había dado fama para explorar otra cosa. Algo más visceral, más onírico, más personal. Fue entonces que entró en su famosa “etapa dorada”, influido por los mosaicos bizantinos que había visto en Rávena. Y con ella llegó esta pintura: una de las primeras en usar pan de oro con la libertad de quien ya no teme ni busca complacer.
El beso fue pintado entre 1907 y 1908, justo cuando la crítica comenzaba a mirar a Klimt con sospecha. Se decía que era obsceno, decorativo, superficial. Pero el cuadro fue comprado por el Estado austriaco apenas se presentó en público. Supieron que tenían frente a sí algo más que un capricho estético: era una obra maestra disfrazada de escándalo.
En la pintura, él inclina el rostro con delicadeza; ella cierra los ojos y se abandona. Ambos están arrodillados sobre un campo de flores, suspendidos en una especie de no-lugar que parece flotar entre el sueño y el símbolo. Él viste formas geométricas; ella, motivos orgánicos. Como si lo masculino y lo femenino dialogaran no sólo en el gesto, sino en el diseño mismo.
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Para Klimt, el amor no era sólo un tema más: era una obsesión. Lo había explorado desde sus primeras obras, como Amor (1895), y lo seguiría haciendo en piezas como Judith I, El árbol de la vida o La familia. Pero en El beso encontró una forma de condensar lo erótico y lo espiritual, lo decorativo y lo simbólico, lo moderno y lo arcaico.
@historiadetudo0 O Beijo de Klimt: um símbolo eterno do amor O Beijo, de Gustav Klimt, é uma das obras de arte mais famosas do mundo. A pintura representa um casal de amantes abraçados em um ambiente dourado, e é uma representação do amor e da união. A obra está exposta no Museu Belvedere, em Viena, Áustria. O vídeo captura a beleza e a intensidade da pintura, criando uma experiência sensorial que transporta o espectador para o mundo de Klimt. Qual é a sua interpretação desta obra? Vídeo: @girls.got.talent ( Tik Tok ) ______________________________ Klimt's The Kiss: an eternal symbol of love Gustav Klimt's The Kiss is one of the most famous works of art in the world. The painting depicts a couple embracing in a golden setting, and is a representation of love and unity. The work is on display at the Belvedere Museum in Vienna, Austria. The video captures the beauty and intensity of the painting, creating a sensory experience that transports the viewer into Klimt's world. What is your interpretation of this work? #historiadaarte #obradearte #museu #gustavklimt #obeijo #arte #pintura #arthistory #museum ♬ som original - História da Arte
Klimt fue parte de la Secesión de Viena, un movimiento que buscaba romper con el arte académico de la época. En sus manos, el arte se volvió sensual, cargado de significados ocultos, de ornamentos que no eran sólo adornos, sino códigos. Los patrones intrincados, las líneas sutiles, los colores vibrantes… todo en El beso tiene una razón de ser. Las espirales, los bloques, los círculos, las flores: todo compone una especie de tejido visual que envuelve a los amantes como un talismán.
Y aunque el oro domina la escena, lo que más conmueve es la vulnerabilidad. Los ojos cerrados de ella, la inclinación de él, las manos dibujadas con una suavidad que casi duele. Hay algo sagrado en esa entrega. Como si el amor, en su forma más pura, fuera también una forma de fe.
Klimt alguna vez dijo: “Quien quiera saber algo sobre mí, debería mirar atentamente mis imágenes y reconocer ahí lo que soy y lo que quiero”. Tal vez por eso El beso ha resistido el paso del tiempo. Porque, aunque parezca una pintura estática, sigue hablándonos. No con palabras, sino con su brillo. Con su silencio lleno de significado.