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Paris, Texas: la «road movie» que inspiró a Nirvana y homenajeó a Stenbeick

Arte

Por: Rober Díaz - 02/11/2025

Una de las primeras evocaciones en «Paris, Texas» es el inicio de «Las uvas de la ira» de John Steinbeck: la desolación del hombre que regresa a su casa luego de cumplir una condena se erige como el rostro de un ser nacional americano, que camina a la deriva porque lo ha perdido todo

Travis (Harry Dean Stanton) es un hombre que lo ha perdido todo, –como Tom Joad, el expresidiario que regresa a su casa en la Uvas de la ira de Steinbeck– o al menos eso podemos inferir de la imagen que se presenta de él caminando sin un fin por los desiertos del sur de Estados Unidos.

Paris, Texas una película de Wim Wenders (Düsseldorf, Alemania, 1945- ) estrenada en 1984, no sólo es un drama sobre el fracaso de las relaciones humanas, sino a la vez es una visión cruda de la América profunda, esa que nunca se recuperó de la Gran Depresión económica de 1929, esa misma América que vio convertirse aquel desarrollo y bonanza económica en una depresión auspiciada por las drogas y la depreciación del consumismo gringo; ese poder adquisitivo que adquirió su clase media como un motivo de dispersión y no de cohesión nacional como supondría haber ganado la Segunda Guerra Mundial y haber lanzado al hombre a la luna.

Kurt Cobain aseguró que Paris, Texas era su película preferida. No es de extrañar que las letras de Nirvana hablaran de esa misma desolación, no como una innovación inherente a un estilo nuevo y disruptor como lo fue el grunge sino como la consecuencia de un desánimo agobiante que describió a toda una generación.

Eddie Vedder, el vocalista de la icónica banda Pearl Jam haría algo similar con su trilogía de Mamasan la cual en su conjunto narran la vida de un hombre el cual tiene una relación enfermiza con su madre después de la muerte de su padre –Alive–, para crecer traumado y convertirse en un asesino serial –Once– y finalmente al ser aprendido y condenado a la pena capital, éste narra los infortunios de su vida desde la cárcel –Footsterps–. Nuevamente el fracaso por delante; esa sensación de haber perdido sin siquiera haber jugado, como en ese artículo legendario publicado en la revista Rolling Stone por Cameron Crowe en 1993; Pearl Jam: Five Against the World, donde el destacado periodista nos narra los pormenores de la grabación del disco VS de Pearl Jam, con un Vedder molesto y taciturno que no logra explicarse cómo es que todas esas leyendas de la música han grabado en el mismo estudio que ellos lo hacen a merced de un mundo que no funciona y es injusto.

Paris, Texas también depende de su música, para que el filme lograra esa sensación de western, Win Wenders puso en las manos del aclamado músico, Ry Cooders la guitarra slide que sumergirá al espectador en sutiles trances místicos y acentuará la marginación existencial de Travis.

Por otro lado, la película contó con el guion de uno de los dramaturgos más importantes de Estados Unidos, Sam Shepard (1943-2017), un especialista para retratar a marginados y outsiders, a los que usó para reflexionar sobre ese sentimiento de perdida gracias al colapso de los ideales y a la paralización de un sistema que ha dejado de entender a los individuos y solo se ha enfocado en explotarlos.

La trama principal de la película es el reencuentro de un hombre con su pasado, finalmente una persona de su pasado –Natasha Kinski– es encontrada por éste y Winders elabora un poderoso instrumento que le permiten al protagonista interactuar con su amada separados por los hechos y también por una cabina en la que las tomas superponen sus rostros, nos permiten verlos juntos y a la vez increíblemente separados, metáfora de lo irremediable y de que aunque se intente, algo se ha torcido tanto que no puede arreglarse.

¿Será esa minúscula insinuación la que más cala de la película? Que aunque busquemos arreglar el mundo, éste ya está perdido y es imposible salvarlo.