¿Las inteligencias artificiales llegarán a hacer cine o a crear otro medio artístico?
Arte
Por: Alejandro Massa Varela - 01/22/2025
Por: Alejandro Massa Varela - 01/22/2025
La potencialidad casi onírica, los problemas ulteriores distópicos y la relatividad de la condición humana que representan las inteligencias artificiales las han convertido, ya desde su concepción, en un tema interesante para el cine y la pantalla chica.
Sobran largometrajes sobre este fenómeno que se singulariza día a día con nuestras experiencias cotidianas, por ejemplo, enlistando hacia atrás: Blade Runner 2049, 2017, Ex Machina, 2014, Her, 2013, I, Robot, 2004, AI Artificial Intelligence, 2001, Matrix, 1999, y Ghost in the Shell, 1995. Tampoco faltan series occidentales como Westworld, 2016, Almost Human, 2013 o Next, 2020, o anime como Cowboy Bebop, 1998, The Orbital Children, 2022 o Pluto, 2023. Sin embargo, una cosa son las IA como tema, y otra convertirlas en guionistas, camarógrafos, directores, incluso actores originales o imitadores de los humanos de Hollywood.
A corto plazo, no estamos cerca de esta realidad, al menos no integralmente. Los generadores de video de última generación siguen siendo limitados e imprácticos, sobre todo porque dependen de indicaciones textuales para representar acciones en movimiento que en el cine son mucho más espontáneas. Pero sí que es una prueba para la imaginación lo que se está tratando de desarrollar a largo plazo. De acuerdo con expertos en efectos fílmicos, la calidad visual que pueden conseguir aplicaciones inteligentes no deja de mejorarse.
Lo más interesante es la posibilidad de un nuevo género que combine los formatos de las películas y de los videojuegos. Esto permitiría ofrecer experiencias de entretenimiento con narraciones mucho más interactivas y que involucraran al público gracias a las IA. Muchos puristas inquietos advierten que este cambio, más que una mejora, podría ser un remplazo de una forma de arte en extinción por un modelo distinto, no para contar y visualizar, sino para hacer historias. En el mejor de los casos, nos cautivarán de manera desconocida, así como pudo haber desconcertado a la literatura la irrupción del cine. En el peor, deshumanizarán.
Sin embargo, ya existen videojuegos que son experiencias cinematográficas, por ejemplo, The Last of Us, Rain o Marvel's Spider-Man. Sería interesante ir a ver y también ir a interactuar con una película, se trate o no de una nueva forma de arte. Lo importante es que un arte nuevo o un arte viejo no sean solo un escape. De la observación humana depende la verdadera interacción. En palabras del filósofo francés Jean Baudrillard:
Hoy el cine puede poner todo su talento, toda su tecnología al servicio de reanimar lo que él mismo contribuyó a liquidar. No hace más que resucitar fantasmas y perderse en ellos.
Lo más polémico de la incursión de estas tecnologías en el cine sería, sin duda, permitirles “generar” actores. Aunque un largometraje no es en el mundo, hace creer en lo real. ¿Ver a interpretes artificiales sería una vivencia en la butaca sensiblemente falsa? Se trataría de algo tan igual y, a la vez, tan distinto a las caricaturas occidentales en 3D o al anime hecho en el Japón. Lo sensiblemente más distinto sería perder la conversión del actor en otro, en un personaje. No es forzoso que esto tenga que desaparecer, así como las películas no asesinaron al teatro. Pero lo más desconcertante es la posibilidad de emplear las IA para regresar a la “vida” a Marlon Brando, Katharine Hepburn o Philip Seymour Hoffman, o a una edad más joven a Jane Fonda, Robert De Niro o Julia Roberts. Hay que reunir los valores de la fantasía y del acercamiento a lo real en una forma humana. Para el director francés François Truffaut:
El famoso eslogan francés: “Cuando amas la vida, vas al cine”, ¡es falso! Es exactamente lo contrario: cuando no amas la vida, o cuando la vida no te da satisfacción, vas al cine.
Las IA en el cine facilitarían mucho el trabajo de producción, casting y dirección desde un punto de vista logístico. No sería necesario buscar, solo generar actores en función de una geografía, una edad o un físico requeridos. Pero, sobre todo, esta opción sería en extremo beneficiosa económicamente hablando. La industria tradicional en Los Ángeles es muy cara. Decorados, localizaciones, vestuario, transporte, seguros, desarrollo de guion, equipamiento, tecnología y efectos visuales, además de trabajo humano, millonariamente costoso si se trata de contratar a pesos pesados. Sin embargo, valorar esta trasformación solo en base al ahorro, en efecto, convertiría a este nuevo formato de animación hiperrealista creado con ayuda artificial no en otro medio expresivo, sino en un vacío de esfuerzo humano.
Las IA trabajando en largometrajes y series serán una realidad. Vale la pena adentrarse en este futuro pensando en abrir otros caminos para el entretenimiento no pasivo. Podrían ser vías para llevar al público a un recorrido por imágenes inteligentes y responsivas. Pero esto no debería nunca nihilizar al cine y al trabajo tradicionales. El arte lo que sigue debiéndonos para ser arte es incluir, incluir experiencias, experienciados y experienciadores, pero los medios disponibles son inciertos. En palabras del director húngaro Béla Tarr:
La mayoría de las películas funcionan así: Información, corte, información, corte, información, corte, y para ellas la información es solo la historia. Para mí, muchas cosas son información: intento incluir en la película el tiempo, el espacio y muchas otras cosas, que son parte de nuestra vida pero que no se conectan directamente con la narración.