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En el aniversario del nacimiento de Jean-Michel Basquiat, un recorrido por su vida, su obra y sus vínculos personales, desde Nueva York y contra un sistema que lo celebró.

Es 22 de diciembre de 1960 en la ciudad de Nueva York. Los festejos navideños acechan, la gente cae en medio del ruido, de los taxis, del vapor que sube por las coladeras. El invierno entra con temperaturas bajas que dejan ver caer la nieve en la Gran Manzana. Todo parece común, no muy distante a cualquier otro año en NY; sin embargo, esa fecha marca el nacimiento del primero de tres hijos del matrimonio de Gerard y Matilde Andrades: Jean-Michel Basquiat. 

Basquiat nació en Brooklyn en 1960. Creció entre el idioma francés de su padre haitiano, el español de su madre boricua y el inglés de su país natal, además de asiduas visitas a museos y una ciudad que enseñaba rápido a endurecerse. Mientras su madre lo llevaba desde niño al Museo de Arte Moderno y al Met; su padre insistía en la disciplina como forma única de supervivencia. A los siete años, un accidente automovilístico lo dejó hospitalizado durante semanas. Durante ese encierro recibió el libro “Gray 's Anatomy”, que – aunque todavía no lo sabía– dejaría huella más tarde en su obra como pintor:cuerpos abiertos, huesos, órganos, nombres científicos.

Estudió en escuelas alternativas de Nueva York y fue aceptado en la City-As-School, un programa experimental para jóvenes con inclinaciones artísticas, pero nunca concluyó los estudios. Abandonó la escuela a los 17 años y dejó la casa familiar. Desde entonces, la calle funcionó como aula y campo de prueba.

Fue justamente en ese periodo que apareció SAMO, el seudónimo con el que escribió frases breves y corrosivas en los muros del SoHo y el Lower East Side.

A inicios de los años ochenta, Basquiat entró al circuito artístico con una rapidez poco común. Su pintura conjuntaba texto, símbolos, historia, música, violencia y referencias afros sin jerarquías claras. El mercado respondió sí con entusiasmo pero también con cierta  sospecha. ¿Y qué se podía esperar en ese tiempo? Era joven, afroamericano y visible en un sistema que prefería la distancia.

Scull. Jean-Michel Basquiat. Fecha: 1981

 

Arte, amor e intensidad

Sobre su vida personal podemos decir que fue igual de intensa que su obra. A principios de la década sostuvo una relación sentimental con Madonna, cuando ambos aún estaban lejos de la celebridad global. Compartieron precariedad, ambición y una cercanía breve. 

Lower Manhattan fue la zona en que vivían y fue en 1982 cuando comenzaban a pasar más tiempo juntos y a salir a fiestas en galerías. Un tema que los unía, a decir de Madonna, era el fanatismo que tenían por los jazzistas Miles Davis y Charlie Parker.

Tras la ruptura, Basquiat pintó sobre las obras que ella le había regalado y las destruyó. El gesto habló de una emocionalidad extrema y de una dificultad constante para separar afecto y creación.

No podemos hablar de Basquiat sin mencionar su relación con Andy Warhol. Existió colaboración artística, pero también una cercanía emocional que funcionó como sostén. Sin embargo, –otra vez– la crítica fue dura con ese vínculo y redujo su trabajo conjunto a una operación comercial. Tras la muerte de Warhol en 1987, Basquiat quedó bastante vulnerable y el consumo de drogas se intensificó mezclado con un aislamiento más profundo.

La obra de Basquiat

En sus cuadros aparecieron figuras afroamericanas coronadas, atletas, músicos, héroes omitidos por la historia oficial. Basquiat nunca aceptó el papel de artista decorativo e insistió en señalar a través de su trabajo la violencia simbólica del poder, la historia escrita desde arriba y la fragilidad del cuerpo negro.

Como si la frase de James Dean, “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” hubiera sido una profecía, Jean-Michel Basquiat murió en 1988, a los 27 años, en su estudio de Nueva York. Su muerte cerró una vida breve y abrió un proceso de consagración que se mantiene vigente hasta el día de hoy –sin importar cuándo estés leyendo esto–.  

 Riding with Death. Jean-Michel Basquiat. Fecha: 1988


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Imagen de portada: Brad Branson