El pasado no existe como lo imaginamos: la paradoja cuántica del tiempo
Ciencia
Por: Carolina De La Torre - 08/02/2025
Por: Carolina De La Torre - 08/02/2025
Desde que H. G. Wells imaginó una máquina capaz de doblar el tiempo como si fuera papel, hemos soñado con regresar. Para corregir lo que duele, para decir lo que no se dijo, para ver una vez más lo que se fue, y ganar de una vez por todas la batalla contra la nostalgía. Pero la física —ese lenguaje crudo del universo— tiene algo que decirnos: el tiempo no funciona como una carretera de doble sentido. Al menos no en el nivel más profundo de la realidad.
A simple vista, ver no parece gran cosa. Observamos un atardecer, una taza de café, una herida cerrada… y nada cambia. Pero en el mundo cuántico, el acto de mirar no es pasivo, ni infertil. Es como tocar una telaraña: cada mínima vibración cambia toda la estructura.
En ese plano microscópico, las partículas no “son”, sino que “pueden ser”. No están en un solo lugar, sino en una nube de posibilidades. Y cuando decidimos observarlas, forzamos al universo a elegir una sola realidad. Como si cada vez que miráramos una moneda al aire, esta eligiera en ese instante ser cara o cruz, pero sin haber sido ninguna antes.
Imagina que participas en una lotería cuántica. Los números ganadores no existen aún: solo hay probabilidades. Pero cuando alguien los ve, el universo elige. Ahora imagina que, después de saberlos, decides volver atrás con una máquina del tiempo para comprarlos antes del sorteo. Y lo haces. Pero al repetir el sorteo… los números cambian. — eso, cambiaria toda la trama de volver al futuro—
¿Por qué? Porque ya hubo una medición. Ya se colapsó una posibilidad entre miles. El universo no guarda “guardados” esos caminos que no eligió. No puedes rebobinar la cinta y esperar que el resultado sea el mismo. El tiempo, al menos desde la física cuántica, no es un archivo: es una consecuencia que ocurre una sola vez.
Cada vez que algo es observado, el universo toma una decisión. Y esa decisión borra las demás. Así que intentar regresar al pasado sería como intentar desdoblar una hoja que ya fue quemada. Puedes volver al lugar, pero no al momento exacto. El fuego ya hizo lo suyo. El tiempo no es lineal ni reversible: es una dirección marcada por lo que ya fue observado.
A diferencia del tiempo clásico —ese que las ecuaciones permiten correr en ambos sentidos—, en la mecánica cuántica el tiempo parece tener una flecha clara. Avanza. Porque cada colapso de función de onda —cada decisión del universo— elimina todo lo que pudo haber sido. Lo que fue observado, ya no puede “des-observarse”. Y eso marca un camino sin retorno.
Viajar al pasado, entonces, no solo es imposible por tecnología o ciencia… es imposible por cómo funciona la realidad, se convierte en una paradoja. Porque lo que fue, ya dejó de ser una posibilidad por haber sido. Y porque el universo, como nosotros, al parecer sólo puede avanzar hacia lo desconocido.