*

Aprueban reforma a la Ley Federal del Trabajo para garantizar salario base a trabajadores del sector servicios; la iniciativa pasa al Senado.

En México, miles de trabajadores viven con la incertidumbre de no saber cuánto ganarán cada día. En hoteles, restaurantes y bares, el ingreso de muchos depende más de la voluntad del cliente que de la responsabilidad del empleador. Pero esta semana, la Cámara de Diputados dio un paso decisivo para cambiar eso.

Con 446 votos a favor y cero en contra, el pleno aprobó una reforma a la Ley Federal del Trabajo que prohíbe que el salario base de los trabajadores del sector servicios sea sustituido por propinas, comisiones u otro tipo de gratificaciones voluntarias. Es decir, ninguna persona podrá ser contratada legalmente sin recibir al menos el salario mínimo vigente, independientemente de los ingresos extra que genere.

La minuta ya fue enviada al Senado para su discusión. Si se aprueba, la reforma beneficiará a trabajadoras y trabajadores de giros como restaurantes, bares, hoteles, empresas de entretenimiento y estaciones de servicio, entre otros. “Nunca más un trabajador sin salario en este país, nunca más una mano de obra barata”, declaró el diputado Pedro Haces al presentar la iniciativa.

Además, la reforma aclara que las propinas seguirán existiendo, pero bajo reglas claras: no podrán ser retenidas por los patrones ni usadas como parte del sueldo base. Deberán ser distribuidas de forma equitativa entre quienes efectivamente generen ese ingreso con su trabajo, y serán consideradas como un incentivo solidario por la calidad en el servicio, no como una fuente primaria de ingresos.

Este debate, que pone sobre la mesa la dignidad laboral, también ha evidenciado ciertas tensiones sociales. En redes y conversaciones cotidianas, hay quienes defienden las propinas como una "obligación moral" del consumidor. Incluso han surgido comentarios clasistas del tipo: “Si no tienes para la propina, no salgas a comer”.

Una frase que, en un país donde gran parte de la población apenas logra cubrir lo básico, no solo invisibiliza la precariedad, sino que también refuerza la idea de que ciertos espacios solo deben ser accesibles para quienes pueden pagar más. Como si la dignidad laboral de alguien tuviera que depender de la generosidad –o falta de ella– del comensal.

Esta polarización ha generado incluso roces entre trabajadores del mismo sector: mientras algunos celebran la posibilidad de un ingreso base justo, otros temen que el cambio afecte la costumbre de dejar propina, y con ello, su ingreso final.

Pero lo cierto es que ningún ingreso digno puede depender de la incertidumbre. La aprobación de esta reforma, más allá del debate social, plantea una verdad elemental: trabajar no debería ser una apuesta diaria. La propina puede seguir siendo un gesto de agradecimiento, pero no una excusa para no pagar sueldos justos.


También en Pijama Surf: Axe Ceremonia: FGJ señala a cuatro empresas como posibles responsables