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Crudas, poéticas y profundamente humanas, estas historias exploran la violencia, el miedo, la ternura y la resistencia. No son solo películas: son espejos incómodos de un país que sigue buscando su alma

El cine mexicano, como un río profundo que se niega a callar, sigue fluyendo en aguas turbulentas, donde lo real y lo onírico se abrazan en una danza sombría y luminosa. Estas películas son las joyas más afiladas de este caudal: relatos que no solo se miran, sino que se sienten, se padecen, y en cada fotograma, nos cuentan historias de heridas abiertas, de belleza desbordante, de mundos rotos pero irremediablemente humanos. Aquí, te presento una selección de filmes que no solo han marcado el cine contemporáneo mexicano, sino que lo redefinen, nos muestran su alma en carne viva y nos exigen pensar, sentir y cuestionar.

 

Noche de fuego, Tatiana Huezo (2021) 

En Noche de fuego, la directora Tatiana Huezo nos lleva a un pueblo marcado por la violencia del narcotráfico, pero lo hace a través de los ojos de unas niñas atrapadas entre el deseo de crecer y la tragedia que las rodea. La película, que ganó premios en festivales como Cannes y el Festival de Cine de Morelia, es un canto sombrío a la resiliencia femenina. Aquí, la realidad no se esconde ni se embellece, solo se enfrenta con una mirada fría pero llena de poesía. Es una película que arde lentamente, que se siente en el pecho y nos deja con el eco de un silencio que duele.

¿Por qué verla?

 Porque Noche de fuego es una obra imprescindible sobre la violencia estructural que afecta a las mujeres en México. Un retrato visceral de la infancia robada por el crimen, donde cada fotograma es una herida expuesta.

 

Cómprame un revólver, Julio Hernández Cordón (2018)

En Cómprame un revólver, el director Julio Hernández Cordón nos ofrece un western mexicano cargado de metáforas sobre la masculinidad, la violencia y la decadencia de un país atrapado en sus propios demonios. Esta película se siente como una canción triste sobre un México que ya no sabe qué le pertenece, mientras un padre y su hija luchan por sobrevivir en una sociedad post-apocalíptica donde el amor es una moneda rota. Su aire distópico y su estética ruda y minimalista la convierten en una pieza inquietante que desconcierta y seduce al mismo tiempo.

¿Por qué verla?

 Porque Cómprame un revólver es un alegato sobre la descomposición de la sociedad mexicana, una crítica feroz a los valores que se nos imponen y que se desmoronan en el viento.

 

La camarista, Lila Avilés (2018) 

Lila Avilés nos invita a entrar en el mundo invisible de los trabajadores domésticos con La camarista, un retrato delicado y profundo sobre la soledad de una mujer que limpia las huellas de la vida de otros, mientras su propia existencia se consume en las sombras. A través de esta película, Avilés construye una atmósfera donde el espacio es tan claustrofóbico como la propia vida de su protagonista, y donde el tiempo parece detenerse, pero no la opresión. Ganó el premio a la Mejor Película Mexicana en el Festival de Cine de Morelia, una película donde el alma se ve reflejada en los pequeños detalles, en la austeridad de la cotidianidad.

¿Por qué verla?

 Porque La camarista es una mirada honesta y potente a los invisibles de nuestra sociedad, a esos que dan vida a las ciudades pero que nunca tienen la oportunidad de ser vistas.

 

Heroico, David Zonana (2023)

Heroico no es solo una película, es un grito de indignación ante el horror de la brutalidad militar y la violencia institucional. Zonana nos sumerge en un campo militar donde los soldados entrenan y viven bajo la sombra de una guerra nunca resuelta. El filme golpea fuerte, denuncia sin piedad y coloca a los espectadores en la piel de un joven que, a medida que avanza en el proceso de formación, se ve atrapado entre la “lealtad” a su patria y el desmoronamiento de sus ideales. Un viaje despiadado que fue premiado en el Festival Internacional de Cine de Morelia, donde la angustia se siente en el aire pesado de la historia.

¿Por qué verla?

 Porque Heroico es un acto de valentía y compromiso político. Nos ofrece una mirada desgarradora y hasta vomitiva sobre la juventud mexicana atrapada en una maquinaria de guerra, donde existe de todo, menos honor. 

 

Las cosas imposibles, Ernesto Contreras (2021)

Una viuda solitaria y un joven marginado encuentran consuelo y ternura en medio del dolor. Una historia sencilla y luminosa sobre las segundas oportunidades. 

¿Por qué verla?

Porque en un país saturado de violencia, esta película recuerda que la empatía también puede ser una forma de resistencia. Nominada a varios Premios Ariel.

 

Sin señas particulares, Fernanda Valadez (2020)

Una madre busca a su hijo desaparecido. En el camino, descubre otras pérdidas, otras soledades.

 ¿Por qué verla?

Porque es cine que camina con los pies descalzos sobre la herida. Ganadora en Sundance y San Sebastián.

 

 Huesera, Michelle Garza Cervera (2022) 

En su ópera prima, Huesera, Michelle Garza Cervera se adentra en los oscuros laberintos del miedo, el cuerpo y la maternidad. La película fusiona el horror con el drama psicológico, creando una atmósfera de tensión insoportable que no deja escapar al espectador. Huesera es un filme que, al igual que el dolor que se arrastra por sus protagonistas, es profundamente perturbador, pero también fascinante en su exploración de lo femenino y lo monstruoso. Ha sido premiada en festivales como Sitges y Tribeca.

¿Por qué verla?

 Porque Huesera es una mirada inquietante al miedo invisible que habita en los rincones del cuerpo de las mujeres, un viaje de horror que se alimenta de las expectativas sociales y los miedos universales.

 

Sujo, Astrid Rondero y Fernanda Valadez (2024)

Un niño crece en un entorno marcado por el narco. Herencia, destino, resistencia.

 ¿Por qué verla?

Porque sus imágenes son heridas abiertas que respiran. Ganadora en Sundance 2024.

 

Estas son las películas que hoy definen el cine mexicano contemporáneo.

 Historias que arden, que no tienen miedo de mirar lo grotesco y lo hermoso a la cara. En cada una de ellas, el cine mexicano se reinventa, se arriesga, se desnuda. Si no las has visto, te están esperando, y te prometen dejar una huella imborrable en el alma.


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Imagen de portada: «Cómprame un revólver», Julio Hernández Cordón (2018)