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El 12 de mayo la Luna llena iluminará los cielos en la constelación de Libra, recordándonos que, incluso en la vastedad del cosmos, todo florece a su tiempo

El próximo 12 de mayo, cuando la noche alcance ese silencio que sólo la Luna sabe llenar, el cielo serán testigos de un ritual celeste: la Luna de Flores. No se trata solo de una coincidencia en el calendario astronómico, sino de un instante en que el universo parece florecer con nosotros.

Suspendida en la constelación de Libra —símbolo del equilibrio, la justicia, la belleza— esta Luna llena no es cualquier luna. Es un eco de los ciclos antiguos, un espejo de la tierra que florece, una ofrenda luminosa a la primavera que se desborda.

En otras épocas, cuando el tiempo se contaba con las manos sucias de tierra y los ojos atentos al cielo, esta luna era una señal vital. Los pueblos originarios del norte del continente la llamaban Luna de Flores porque anunciaba el tiempo de la abundancia, de la siembra y del renacimiento. No era poesía; era supervivencia. Hoy, para quienes aún saben mirar, sigue siendo un umbral: una invitación a recordar que también nosotros pertenecemos al ciclo de lo vivo.

Será posible verla en plenitud la noche del 12, pero su magia comenzará a desplegarse desde el 11 y se quedará un poco más hasta el 13. Durante esas noches, la Luna parecerá más redonda, más intensa, como si supiera que nos está hablando. Desde la ciudad, su brillo será apenas domado por la contaminación lumínica. Pero si uno se aleja un poco —a un parque, una montaña, un rincón sin faroles—, entonces sí: ahí está, majestuosa, flotando entre Zubenelgenubi –la estrella más brillante de la constelación de Libra– y, más tarde, el corazón rojo del escorpión, Antares.

Quizá no haga falta un telescopio. Tal vez baste con una pausa, un respiro, una mirada honesta hacia arriba. Observarla no solo es un acto de curiosidad, sino de conexión. En su reflejo de polvo antiguo y silencio cósmico hay algo que nos recuerda lo que hemos olvidado: que somos parte de una danza más grande, que florecer también puede ser un acto de resistencia, que no todo lo que brilla es fugaz.

La Luna de Flores es una promesa susurrada desde el cielo. Basta con detenerse a escucharla.


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Imagen de portada: BBC