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José Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, atraviesa la fase final de un cáncer de esófago.

José Mujica, el líder uruguayo que mostró otra cara de la moneda de la política latinoamericana, se encuentra muy delicado en medio de uno de los momentos más críticos del cáncer que lo aqueja. Su esposa, Lucía Topolansky, confirmó que el exmandatario se encuentra en fase terminal, sin tratamientos agresivos, centrado únicamente en evitar el dolor y mantener el descanso.

El domingo pasado, su ausencia en las elecciones departamentales de Uruguay despertó inquietud. No era menor, pues desde el retorno de la democracia en 1985, Mujica jamás había faltado a una jornada electoral.

A sus 89 años, Mujica hizo pública su enfermedad a finales de abril de 2024, al revelar que un tumor le fue detectado en el esófago. Pese a someterse a 31 sesiones de radioterapia, los médicos descartaron otras opciones como la cirugía o la quimioterapia debido a su estado físico, pues padece una enfermedad inmunológica, insuficiencia renal crónica y otras condiciones vinculadas a la edad.

Durante un breve tiempo, la radioterapia logró contener el avance del cáncer, pero el daño colateral fue considerable. En septiembre, una fibrosis derivada del tratamiento lo llevó al hospital para recibir apoyo nutricional. Se le colocó un stent en el esófago tras una gastrostomía, en un intento por facilitar su alimentación. Pero el desgaste físico fue devastador. 

En enero de 2025, el exmandatario anunció que el cáncer se había extendido al hígado y que no aceptaría más tratamientos. No por resignación, sino por convicción. “No me voy a someter a nada más”, declaró, al señalar que su cuerpo no estaba en condiciones de resistir más intervenciones.

Lucía Topolansky, su compañera de vida por más de cuatro décadas, lo acompaña ahora en este tránsito final. “Yo estoy hace más de 40 años con él y voy a estar hasta el final, eso fue lo que prometí”, expresó. 


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Imagen de portada: Simona Granati- Corbis