¿Andrés Calamaro es «woke» o «de cristal»? El cantante abandona concierto en Colombia por desacuerdo con sus fans
Sociedad
Por: Yael Zárate Quezada - 05/20/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 05/20/2025
El rockero argentino Andrés Calamaro, autor de himnos como "Flaca", "Estadio Azteca" o "Mil horas" sorprendió a sus seguidores en Cali, Colombia, al abandonar un concierto tras recibir abucheos por expresar su apoyo a la tauromaquia. El episodio plantea una ironía que vale la pena explorar; el eterno "Salmón", el que nada contracorriente, reaccionó como muchos a quienes ha criticado, al decidir marcharse cuando su opinión no fue bien recibida.
Y es que lo que hizo Calamaro se parece demasiado a lo que ciertos sectores llaman “cultura woke” o “progre”, es decir, reaccionar con indignación ante el desacuerdo, cancelar al otro y retirarse del diálogo. Esa misma actitud que tantos artistas y pensadores etiquetan como parte de una generación supuestamente “de cristal” terminó siendo replicada por uno de los músicos de la "vieja escuela" de la escena musical de América Latina.
Sonaba “Flaca” durante el show cuando Calamaro –enfundado en pantalones y playera negra, cubierto con gafas oscuras y una gorra– dijo desde el escenario:
“Quiero dedicar esta canción a todos los toreros, ganaderos, banderilleros y aficionados que se quedan sin trabajo, porque votaron para eso: dejarlos en la calle”, y remató con un “Lo siento, están cancelados. Hasta nunca”.
Miles de asistentes que habían pagado hasta 90 dólares por una entrada quedaron perplejos y molestos. No solo se toparon con una postura política inesperada, sino con la cancelación, esta vez, de su propio espectáculo.
Resulta particularmente curioso si se recuerda que, hace unos años en 2023, en una entrevista con El Confidencial, Calamaro habló precisamente sobre la llamada “cultura de la cancelación”. A la pregunta de qué opinaba sobre lo políticamente correcto y este fenómeno, respondió: “Espero que se modere en el futuro próximo, La cancelación es un honor para un artista que camina libre, pero detrás esconde la realidad dura: el cancelado paga impuestos, pero no recibe subvenciones, está acorralado o va al exilio”. Y, sin embargo, en Cali, fue él quien canceló al público.
La raíz de su molestia está relacionada con la ley ‘No más olé’, promulgada por el presidente Gustavo Petro en 2024. Esta legislación prohíbe las corridas de toros en Colombia, con un periodo de transición hasta 2027. La presentación se realizó, además, en la plaza de toros Cañaveralejo, un espacio simbólicamente cargado para el artista, declarado amante de la tauromaquia.
Este incidente abre la puerta a preguntas más profundas sobre el rol del artista en la sociedad y las dinámicas de poder en los espacios que habitan. ¿Es fácil llamarse “el Salmón” –ese que nada contracorriente– cuando durante décadas la industria musical ha jugado a tu favor?
Calamaro no llegó hasta donde está solo por rebeldía. Su carrera se construyó sobre campos fértiles donde formó parte de dos bandas icónicas –Los Abuelos de la Nada y Los Rodríguez– y consolidó una carrera solista con respaldo de la industria del rock latinoamericano.
Aquí entra en juego un concepto fundamental en sociología, el de campo, desarrollado por Pierre Bourdieu. Los campos, son estructuras de poder donde se compite por capital simbólico, económico y cultural, bajo reglas específicas que determinan qué se valora y quién triunfa.
En este sentido, el campo musical ha sido históricamente dominado por ciertos discursos, narrativas y figuras. Andrés Calamaro es una de ellas. Pero ¿qué ocurre cuando las reglas del juego cambian? Cuando el capital simbólico ya no es ser irreverente, sino empático. ¿Qué pasa cuando las nuevas narrativas sociales desafían las viejas jerarquías?
La reacción de Calamaro en Cali deja muchas interrogantes. ¿Está bien que un artista abandone un concierto porque el público no comparte sus ideas? ¿Debemos seguir asistiendo a los shows de músicos con los que no coincidimos ideológicamente? ¿Dónde trazamos la línea entre el artista y su obra?
Recordemos que no es la primera vez que el argentino se pronuncia políticamente. Ha expresado su respaldo al presidente Javier Milei. Siguiendo la lógica “calamarina”, ¿significa eso que quienes no simpatizan con La Libertad Avanza deberían evitar sus conciertos? ¿O que él solo tocará para quienes piensan como él?
La eterna discusión de si se puede separar al artista de su vida privada regresa, pero esta vez con un giro y debemos preguntarnos si como espectadores ¿tenemos que cargar con toda la responsabilidad? Si ellos pueden decir, hacer y deshacer sin consecuencia alguna, ¿nos toca a nosotros simplemente “no ir” cuando no estamos de acuerdo?
Como fan de Calamaro, hay que señalar que aceptar que separar la obra del artista es una petición válida. Pero también creo que debemos exigirles a los artistas que, como piden comprensión y libertad, asuman que sus presentaciones no son tribunas de juicio, sino espacios de encuentro. Sin embargo, sí hay que rescatar que todo espacio público es político, pero si vamos a llevar un tema sobre la mesa, no vamos a salir corriendo porque no nos gusta lo que nos responden. Porque si el Salmón también se ofende, quizá ya no está nadando contracorriente, sino dejándose llevar por ella.