'¿Están vivos los ríos?' Nuevo libro desafía concepciones antropocéntricas
Ciencia
Por: Luis Alberto Hara - 01/07/2025
Por: Luis Alberto Hara - 01/07/2025
La pregunta de si los ríos están vivos nos invita a reimaginar el mundo natural no como un conjunto de recursos inertes, sino como una comunidad de seres vivos con derechos y relaciones intrínsecas. El libro de Robert Macfarlane, ¿Está vivo un río?, hace más que simplemente afirmar esta perspectiva; desafía las arraigadas visiones antropocéntricas al entrelazar narrativa, ciencia y filosofía. Los ríos, sugiere Macfarlane, no son meros conductos de agua, sino entidades dinámicas con historias, voces e incluso agencia.
Históricamente, muchas culturas han venerado a los ríos como seres sagrados. Desde el Ganges en la India hasta el río Whanganui en Nueva Zelanda—ahora reconocido como una persona jurídica—los ríos han sido vistos como hilos vitales en el tejido de la vida. Sin embargo, las sociedades industriales modernas han cortado en gran medida esta conexión, reduciendo los ríos a herramientas económicas. La obra de Macfarlane subraya la necesidad de revivir la antigua sabiduría que percibe a los ríos como cohabitantes de nuestro mundo.
En el norte de Ecuador, la lucha por proteger los ríos de la minería de oro destaca su vulnerabilidad frente a la codicia humana. Los ríos allí sostienen no solo ecosistemas, sino también identidades culturales. De manera similar, en el sur de la India, donde las lagunas y vías fluviales están muriendo a causa de la contaminación, la conexión entre la degradación ecológica y la pérdida cultural es evidente. Estos ejemplos demuestran que la vida de un río está profundamente entrelazada con las vidas de las personas y del mundo no humano.
El Mutehekau Shipu (río Magpie) en Quebec ofrece un atisbo de esperanza. Su reconocimiento como una entidad viva con derechos representa un cambio de paradigma, al reconocer que los ríos pueden exigir protección no solo por sus roles ecológicos, sino también por su valor intrínseco. Este reconocimiento legal plantea preguntas profundas: si los ríos pueden poseer derechos, ¿qué responsabilidades tenemos los humanos hacia ellos? ¿Cómo podrían evolucionar nuestras leyes y ética si la naturaleza misma se considera un actor con intereses?
Más allá de los marcos legales, la noción de ríos vivos invita a una reflexión filosófica más profunda. Un río fluye y se transforma, modela paisajes y fomenta la vida. Encarna la impermanencia y la continuidad, reflejando la existencia humana. Declarar que los ríos están vivos es afirmar su papel como participantes en un destino ecológico compartido.
La prosa lírica de Macfarlane y su exploración profundamente personal hacen que el argumento no solo sea convincente, sino también urgente. Su libro se convierte en un espejo, reflejando nuestra interconexión con los ríos y desafiándonos a actuar como guardianes en lugar de explotadores. Al reconocer a los ríos como seres vivos, recordamos que su supervivencia es inseparable de la nuestra. Este entendimiento no es solo un imperativo ecológico, sino también un despertar moral: un llamado a honrar la vida que fluye dentro y más allá de nosotros.