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Esta es nuestra selección de los cinco mejores libros que escribió el genio del existencialismo cristiano Søren Kierkegaard. Incluimos dos videos sobre este pensamiento único, el primero, del filósofo Fernando Savater, y el segundo, del teólogo Don Cupitt.

El danés Søren Kierkegaard, hijo de Abraham, de Pablo, de Agustín, de Lutero y de Hegel, fue un teólogo desde la individualidad de la existencia, un dolor que cae al pozo de la nada y sufre a Dios, y una filosofía ética, artística y religiosa que sube sin fin.     

A diferencia del último de estos padres, el maestro que lo entrenó en dialéctica, culmen del idealismo alemán, Kierkegaard rechazó esa redención hegeliana en la Historia del mundo. No todo lo real es pensable ni pensar es teleológicamente la totalidad de lo real. Estamos extraviados porque seguimos buscando lo perdido, existencia dramática que:

…vive el mismo morir…

La mujer y el hombre son espíritu, pero no un sujeto universal. ¿Qué es entonces el espíritu? El yo. ¿Qué es el yo? Para el cristianismo, este es una relación creada por alguien de otro lado. Esto no puede deducirse, sino que estamos ante Dios y, desde aquí, todo es infinito.

Para Kierkegaard, el yo es una relación que hace referencia no a un contenido, sino a su acontecimiento existencial, interiorizar esa relación como un retorno a sí misma. El ser humano es individual porque sintetiza finito e infinito, estar solo momentáneamente y haber estado como se estará para siempre. Su yo no existe, pero esto implica la necesidad de Dios y la libertad creativa vividas como desesperanza o como enfermedad mortal, estar muerto en vida, el pecado o el daño definitivo si nos desligamos de ese poder fundamental:

El mayor peligro de todos, la pérdida de uno mismo, puede ocurrir muy silenciosamente en el mundo, como si no fuera nada en absoluto. Ninguna otra pérdida ocurre con tanto sigilo. La falta de una pierna, cinco dólares, una esposa seguramente será notada.

Haber perdido a Dios es renunciar al yo, no ser ni libre ni necesitado, sino mortal y no eterno. El replanteamiento de esta identidad natural agonizante exige una verdad religiosa que trascienda la ética y la estética, que permita a nuestro ser morir y vivir definitivamente:

La función de la oración no es influir en Dios, sino cambiar la naturaleza de quien ora.

La angustia sintetiza la experiencia humana. El pecado original es una falta continua contra uno mismo, impaciencia ante lo posible, vértigo por pender de nada sobre la nada. Pero esta nada terrible es la libertad salvífica de Dios. Quien no tiene fe muere sin gustar nada, y quien sí la tiene se sabe rodeado de amor e identifica esa nada con lo expansivo.

Seamos cristianos o no, podemos aceptar la invitación de Kierkegaard para participar del drama de los patriarcas y los profetas bíblicos, o de los amantes modernos. El filósofo rechazaba la pretensión o no querer morir y vivir por ninguna verdad, algo que identificaba con un cristianismo fingido o que nos vuelve sujetos de un yo homogéneo.

Por ejemplo, Kierkegaard rechazaba a la Iglesia del Pueblo Danés o “Folkekirken”, la comunidad evangélica luterana de su país en la que fue bautizado, por renunciar a su espíritu en favor de la lógica del Estado. Al verdadero cristiano o al verdadero ser humano solo le queda mirar hacia dentro, a la nada del yo, para encontrar lo infinito y empezar a practicar la verdad.

En Pijama Surf les compartimos nuestra selección de los cinco mejores libros de Søren Kierkegaard, además de dos videos que ayudan a conocer mejor al gran filósofo danés:

 

Temor y temblor, 1843.

Greenbooks editore, 2019:

Temor y temblores un escrito filosófico publicado en 1843 por Søren Kierkegaard bajo el seudónimo de Johannes de Silentio. El libro empieza con la meditación de Abraham, donde él recibe la misión de Dios de sacrificar a su hijo Isaac, como es descrito en el capítulo 22 del Génesis. Sigue la “Problemata”, donde se plantean tres preguntas filosóficas que surgen a raíz de la historia de Abraham: ¿Puede Dios alterar el orden ético establecido?, esto es, ¿puede ser considerado “bueno” el intento de Abraham de sacrificar a su hijo, dado que el sacrificio humano es éticamente inaceptable?¿Existe una obligación moral absoluta de cumplir con la palabra de Dios? ¿Es defendible desde un punto de vista ético que Abraham quisiera esconder su propósito a Sarah, Eleazar e Isaac?

 

El concepto de la angustia, 1844.

Alianza Editorial, 2013:

Quizá el libro más conocido de Kierkegaard. Se trata de una genial articulación de algunos de los conceptos en los que se apoya el existencialismo cristiano o teológico. La angustia se relaciona con el pecado y con la libertad. Engendrada por la nada, alimentada por la impaciencia, surgida como “realidad de la libertad en cuanto posibilidad”, la angustia es “el vértigo de la libertad” y al mismo tiempo un medio de salvación que conduce a la fe, a la verdad que años antes de escribir este libro el autor, en su diario íntimo, confesaba buscar como sentido definitivo de su existencia: “Es preciso encontrar una verdad, y la verdad es para mí hallar la idea por la que esté dispuesto a vivir y morir”.

 

Migajas filosóficas, 1844.

Editorial Trotta, 2016:

La filosofía actual reconoce la inmensa importancia de los contenidos vertidos por Kierkegaard en esta obra, y no se deja deslumbrar -como ocurriera en su momento- por sus reflexiones acerca del mensaje cristiano. Concebida por su autor como el eje de su producción filosófica y, por lo tanto, portadora de todos los valores que la filosofía occidental ha reconocido en su producción más celebrada, esta obra había permanecido inédita en castellano hasta el momento, no obstante haber sido valorada y traducida al resto de las lenguas occidentales. La obra, traducida por primera vez con rigor crítico a partir del original danés, se presenta con un reto diferente: los interrogantes suscitados por Kierkegaard encuentran ahora un eco singular. Se pregunta el autor por el origen de la verdad, desechando la respuesta subjetiva al modo de la reminiscencia griega y dudando de las posibilidades absolutas de la razón. La relación entre el alumno que interroga y el maestro que responde conduce a replantear nada menos que la consistencia del dato histórico frente a las decisiones transcendentes. Emerge así un concepto radical de libertad y una nueva manera de comprender esa pasión absoluta que desde la esfera creyente se denomina fe y desde el prisma de la filosofía se convierte en una especie de invitación a situarse en la diáspora del puro pensar.

 

Las obras del amor, 1847.

Sígueme Ediciones, 2024:

Una colección de “discursos edificantes”, para Kierkegaard, la más alta forma del diálogo puro entre individuos. Publicada en las últimas semanas de 1847, esta obra intenta la aventura temeraria de explorar directamente la naturaleza esencial de lo cristiano. Páginas llenas de finura, belleza, densidad, veracidad y humor. Kierkegaard parte del único presupuesto posible: Dios como amor absoluto. La única empresa que supera por principio infinitamente las fuerzas humanas es la aprehensión adecuada de la esencia del amor. Pero justamente por la virtud de esta trascendencia no hay relación existencial humana que esté del todo desprendida del ámbito del amor. Tratar de cualquiera de los acontecimientos que suceden en nuestra existencia es introducirse en una intrincada e infinita fenomenología de las obras del amor y de las respuestas humanas a ellas.

 

Tratado de la desesperación, 1849.

Createspace Independent, 2017:

Tratado de la desesperación, libro escrito en la etapa madura de su vida, Soren trata de edificar al hombre a medida que plantea la restauración del valor del individuo; en palabras del propio filosofo: "El asunto es encontrar una verdad que sea cierta para mí, encontrar la idea por la cual yo sea capaz de vivir y de morir." Esta restauración, se ejerce sobre todo en el progreso de las etapas del hombre, de las cuales (como ya lo mencionamos), la etapa religiosa es el fin del avance. Anteriores a esta hay dos más: en primer lugar, la estética y, por encima de ella, la ética. En la estética, se plantea el abuso de la contemplación de lo bello, la exaltación del placer sensible, del eros y del deseo (planteamiento que le merecieron duras críticas por ahogar al hombre en lo puramente superficial y banal). La etapa ética, en cambio, se da cuando el ser humano brinca del desorden al orden, es decir, de lo efímero al compromiso, del hedonismo al bien social.

 

 

 

Imagen: Søren Kierkegaard IA, Digital and AI Art.