Puede que sea incómodo admitirlo y muchos desearían que fuera falso, pero aunque no parezca ser un tema adecuado para una cena familiar, la realidad es que la industria creada para satisfacer nuestro apetito por la carne tiene devastadoras consecuencias para el ambiente. Durante los últimos 10 años poco a poco han salido a la luz datos de cómo nuestros hábitos carnívoros tienen un efecto muy significativo en el cambio climático. Un estudio reciente descubrió que si hiciéramos una transición global hacia dietas con bajos consumos de carne, para el año 2050 podría mitigarse el cambio climático hasta en un 50%. Además esta información ha sido llevada al público a través de documentales como Cowspiracy y Meat the truth que exhiben cómo la industria ganadera está relacionada con el efecto invernadero. Entonces, ¿por qué no está habiendo un cambio global en este sentido?
La cuestión es que a pesar de la abundante evidencia sobre el tema, la idea de consumir menos carne (o dejarla por completo) enfrenta mucha resistencia entre las personas. Una encuesta probó que las personas preferían instalar paneles solares, ahorrar energía y utilizar menos el auto que realizar cambios alimenticios como comer orgánico, comer local o comer menos carne. Quizá se trate de un problema de percepción, ya que sacrificar algo que se considera como un placer resulta definitivamente menos deseable que comprar tecnologías alternativas de energía. Pero, por otro lado, darnos cuenta de que consumir menos productos carnívoros podría tener un gran impacto positivo en el ambiente puede ser una fuente de empoderamiento, pues nos lleva de ser víctimas de un fenómeno global aparentemente más allá de nuestras manos a convertirnos en personas capaces de hacer algo por el planeta al cambiar lo que ponemos en nuestros platos y bocas.
Finalmente, crear iniciativas que apoyen este tipo de cambios en nuestro estilo de vida es una manera de crear un impacto positivo en dos de los grandes problemas que enfrentamos actualmente como humanidad: el cambio climático y los problemas de salud derivados de la obesidad. De acuerdo con el reporte "Cambiando el clima, cambiando dietas”, realizado por la Chatman House, “las personas en los países industrializados consumen en promedio el doble de carne considerado sano”. Puede ser que al principio resulte desconcertante intentar armar un menú sin utilizar carne, pero esto puede llevarnos a explorar un crisol de posibilidades culinarias. Los expertos auguran el posible surgimiento de una tendencia alimenticia “flexitariana” que permita ir y venir entre el vegetarianismo y un consumo ocasional de carne, lo cual sería una forma más equilibrada de relacionarnos tanto con la comida como con el planeta.