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En Estados Unidos, el 1% más rico de la población acumuló 101 veces más riqueza que la del hogar promedio del país, según el reporte más reciente al respecto de Oxfam América

La riqueza colectiva de los diez multimillonarios más poderosos de Estados Unidos creció en 698 mil millones de dólares durante el último año, según un informe de Oxfam América. Mientras la élite económica acumula cifras históricas, casi la mitad de los niños del país vive en hogares considerados de bajos ingresos.

El documento advierte que las políticas impulsadas por Donald Trump podrían llevar la desigualdad a niveles sin precedentes, aunque aclara que no es un fenómeno exclusivo de los republicanos. En las últimas décadas, tanto demócratas como republicanos han contribuido a una estructura económica que favorece la concentración de riqueza.

Usando datos de la Reserva Federal de 1989 a 2022, el estudio muestra que el 1% más rico de los hogares acumuló 101 veces más riqueza que el hogar promedio, y casi mil veces más que los hogares ubicados en el 20% con menores ingresos. En promedio, eso representa 8,35 millones de dólares por hogar para el 1% más rico, frente a apenas 83 mil dólares para un hogar medio durante esos 33 años.

El contraste es brutal: más del 40% de los estadounidenses —incluyendo casi la mitad de los niños— vive con ingresos familiares por debajo del doble del umbral nacional de pobreza. Entre las diez economías más grandes de la OCDE, Estados Unidos encabeza la tasa de pobreza relativa y se posiciona como el segundo país con mayor pobreza infantil y mortalidad infantil, además de tener una de las esperanzas de vida más bajas.

“La desigualdad es una decisión política”, afirma Rebecca Riddell, responsable de políticas de justicia económica en Oxfam América. Para la organización, los sistemas fiscales, las redes de seguridad social y las protecciones laborales en EE. UU. han sido desmantelados poco a poco, permitiendo que la concentración de riqueza se traduzca en concentración de poder.

El informe señala que la reciente ley fiscal de Donald Trump —descrita por él mismo como “grande y hermosa”— representa una de las mayores transferencias de riqueza hacia arriba en décadas. Pero Oxfam también subraya que los dos partidos han sido responsables de mantener este modelo. “Las decisiones políticas que amplifican la desigualdad han contado con apoyo bipartidista”, asegura Riddell.

Entre las propuestas del informe se encuentran reformar el financiamiento de campañas, aplicar impuestos más justos para ricos y corporaciones, fortalecer la red de seguridad social y proteger los sindicatos. Sin embargo, estas medidas enfrentan resistencia cultural y política: los impuestos siguen viéndose como castigo, y el apoyo social, como dependencia.

El estudio, que puede consultarse en este enlace, retoma la figura de la “reina del bienestar”, un mito popularizado en los años 80 por Ronald Reagan, que contribuyó a estigmatizar los programas sociales. Para Riddell, el cambio que se necesita es de fondo: “Hace falta una política que ponga a la gente común al centro, que reduzca la desigualdad de manera real y urgente”.

Aunque este estudio se enfoca en Estados Unidos y las políticas de Donald Trump, la tendencia no es exclusiva de ese país. En distintas regiones del mundo, se ha observado un patrón similar: una acumulación acelerada de riqueza en las élites económicas mientras la coyuntura social se vuelve más frágil. La concentración del poder económico parece repetirse bajo distintos gobiernos y sistemas, evidenciando que la desigualdad es un síntoma global más que una excepción norteamericana.

Aun con este panorama, Oxfam destaca a comunidades y organizaciones locales que siguen luchando contra la inequidad. Para muchos activistas, este momento representa una oportunidad: la de reconocer que el sistema actual beneficia solo a quienes están en la cima y que el cambio depende de asumir el poder colectivo.

“Es un buen momento para mirar alrededor y darnos cuenta del poder que tenemos”, concluye Riddell.


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