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“Parasocial”: la palabra del año 2025 según el Cambridge Dictionary

Arte

Por: Mateo León - 11/19/2025

El Cambridge Dictionary eligió “parasocial” como palabra del año 2025: qué significa, de dónde viene y por qué describe nuestra era digital

El Cambridge Dictionary nombró “parasocial” como su palabra del año 2025, un término que captura con precisión algo que millones de personas viven todos los días: esa sensación de conexión íntima con celebridades, influencers, personajes ficticios o incluso inteligencias artificiales, aunque nunca haya existido una relación real cara a cara.

Qué significa “parasocial”

En su definición actual, el Cambridge Dictionary describe “parasocial” como aquello que se relaciona con la conexión emocional que alguien siente hacia una persona famosa, un personaje de ficción o una IA, a pesar de que ese vínculo no es recíproco ni personal.

Es decir, hablamos de una relación unilateral: tú sientes que conoces a la otra parte, pero la otra parte no sabe que existes. Puede tratarse de una estrella del pop, una actriz, un streamer, una creadora de contenido o incluso un chatbot con el que dialogas a diario.

Un concepto con historia (mucho antes de TikTok)

Aunque “parasocial” suene muy acorde al 2025, el término no es nuevo. Fue acuñado en 1956 por los sociólogos Donald Horton y Richard Wohl para describir la relación que algunos espectadores de televisión sentían con presentadores y actores que veían todos los días en la pantalla.

Lo que era una intuición académica sobre la televisión de mediados del siglo XX hoy se transforma en una herramienta clave para entender la era de:

  • Redes sociales y viralidad permanente.
  • Fandoms globales que siguen cada paso de sus ídolos.
  • Streamers y creadores que transmiten horas al día.
  • Modelos de IA que pueden conversar y responder de manera hiperpersonalizada.

Por qué “parasocial” fue elegida palabra del año

La elección de “parasocial” no es un capricho lingüístico. Responde a varias tendencias que el Cambridge Dictionary detectó a lo largo del año:

  • Un aumento notable en las búsquedas de la palabra, tanto en el propio diccionario como en motores de búsqueda.
  • El papel central de las relaciones mediadas por pantallas en la cultura contemporánea: fans que analizan cada gesto de una pareja famosa, comunidades que orbitan alrededor de un creador, usuarios que se sienten cerca de figuras a las que nunca verán en persona.
  • La expansión del fenómeno hacia la inteligencia artificial: personas que construyen lazos afectivos con chatbots, asistentes virtuales o personajes generados por IA.

En palabras de sus editores, “parasocial” captura el zeitgeist de 2025: una época en la que nuestra vida emocional está más entrelazada que nunca con figuras y entidades a las que accedemos sólo a través de pantallas.

Cómo reconocer una relación parasocial

No todas las admiraciones o fandoms son problemáticos, pero hay ciertas señales que ayudan a identificar una relación parasocial intensa:

  • Sentir que una celebridad, influencer o streamer “te conoce” o “te entiende”, aunque nunca hayas tenido contacto directo.
  • Organizar el día alrededor de sus publicaciones: esperar cada video, revisar cada historia, seguir cada movimiento.
  • Experimentar emociones fuertes (euforia, enojo, tristeza) en respuesta a decisiones personales de esa figura, como si afectaran tu vida directamente.
  • Hablar de una IA, un avatar o un personaje ficticio como si fuera un amigo real o una persona cercana.

Las relaciones parasociales pueden ser inocuas e incluso positivas —acompañan, entretienen, dan sensación de pertenencia—, pero también pueden volverse fuente de frustración, dependencia o aislamiento cuando reemplazan vínculos reales o generan expectativas imposibles.

Redes sociales, fandom y economía de la atención

Las plataformas digitales han convertido las relaciones parasociales en parte del modelo de negocio. Influencers, marcas y celebridades construyen una proximidad cuidadosamente administrada: comparten fragmentos de su vida privada, interactúan con comentarios, hacen transmisiones en vivo, crean la sensación de cercanía.

Para las audiencias, esto se traduce en la sensación de “estar ahí”, acompañando evoluciones personales, romances, rupturas, giras, lanzamientos o crisis públicas. Para las marcas y plataformas, se traduce en tiempo de pantalla, fidelidad y consumo.

IA y nuevas formas de vínculo parasocial

Lo que añade una capa nueva al fenómeno en 2025 es la presencia de inteligencias artificiales conversacionales y compañeros virtuales. A diferencia de una celebridad inalcanzable, los modelos de IA responden en tiempo real, están siempre disponibles y se adaptan al usuario.

Esto abre preguntas importantes:

  • ¿Qué pasa cuando una persona solitaria o vulnerable deposita gran parte de su vida emocional en una IA?
  • ¿Quién se responsabiliza por el manejo de datos, la privacidad y el impacto psicológico de estas interacciones?
  • ¿Dónde termina la herramienta y empieza la ilusión de compañía?

“Parasocial” no sólo define relaciones con humanos famosos; también empieza a abarcar vínculos con entidades artificiales diseñadas para ser agradables, empáticas y siempre presentes.

Lo que dice “parasocial” sobre nuestra época

Que “parasocial” sea la palabra del año 2025 habla de un cambio profundo: nuestros afectos están mediatizados. Amistades, admiraciones, enojos y lealtades transitan por timelines, algoritmos y feeds personalizados.

En América Latina —y en países como México—, donde el uso de redes sociales, fandoms globales y plataformas de streaming es altísimo, el término ayuda a nombrar algo que ya estaba ahí: la sensación de cercanía con gente que, en realidad, nunca se ha sentado frente a nosotros.

Reconocer la palabra no implica satanizar el fenómeno, pero sí ganar lenguaje para observarlo. Saber que existe lo “parasocial” permite preguntarse: ¿qué lugar ocupa en mi vida?, ¿me suma, me acompaña, me aísla?, ¿qué tipo de vínculos reales quiero cultivar al margen de la pantalla?

En ese sentido, “parasocial” no es solo una etiqueta de diccionario: es un espejo incómodo —y necesario— de cómo nos relacionamos en la era digital.


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Imagen de portada: Kevin Mazur / WireImage