Cada año, el cielo británico se cubre de luces y explosiones en una de las celebraciones más antiguas y curiosas del país: la Noche de Guy Fawkes, también conocida como Bonfire Night o Fireworks Night. Lo que hoy es una fiesta popular nació de una historia de traición, pólvora y política que marcó el rumbo del Reino Unido.
Todo comenzó en 1605, cuando un grupo de católicos ingleses planeó volar el Parlamento y asesinar al rey Jacobo I, un monarca protestante. El objetivo: restaurar el catolicismo en un país que lo había relegado tras la Reforma. Entre los conspiradores, el más recordado fue Guy Fawkes, el encargado de custodiar los barriles de pólvora bajo el edificio.
La conspiración fue descubierta la noche del 4 al 5 de noviembre, y Fawkes fue arrestado antes de encender la mecha. Aquella madrugada no hubo explosión, pero sí una celebración espontánea: la gente encendió hogueras en las calles para agradecer que el rey había sobrevivido.
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Poco después, el Parlamento declaró el 5 de noviembre como día oficial de acción de gracias, conocido como el Observance of 5th November Act. Durante siglos, los británicos salieron a las calles a encender hogueras, lanzar fuegos artificiales y, en algunos casos, quemar efigies de Fawkes —una forma simbólica de castigar al traidor.
Con el tiempo, el tono anticatólico se fue diluyendo. Lo que antes fue una conmemoración política se transformó en una fiesta popular que celebra la historia, la comunidad y la tradición. Hoy, la Noche de Guy Fawkes es un espectáculo familiar lleno de luces, colores y un aire de misterio que recuerda los tiempos en que una chispa pudo cambiar la historia de Inglaterra.
En el Reino Unido, cada 5 de noviembre los parques y pueblos se llenan de bonfires (hogueras), fireworks (fuegos artificiales) y comida típica. Se asan papas al fuego, se comen manzanas caramelizadas y se comparte el tradicional bonfire toffee, un caramelo oscuro y crujiente hecho con melaza.
Los niños construyen sus propios “guys” —muñecos que representan a Fawkes o, a veces, a figuras públicas— y piden monedas en las calles con la frase: “A penny for the guy”. Al anochecer, estos muñecos se arrojan a la hoguera como parte del ritual.
Ciudades como Lewes, Londres o York organizan desfiles, eventos musicales y shows de fuegos artificiales que atraen a miles de personas. Aunque las llamas recuerdan una traición, el ambiente es festivo: familias, amigos y turistas se reúnen para disfrutar de una de las noches más brillantes del año.
Una rima acompaña la memoria colectiva de esta noche desde hace más de cuatro siglos:
“Remember, remember, the 5th of November,
Gunpowder treason and plot.
I see no reason
Why the Gunpowder Treason
Should ever be forgot.”
Lo que alguna vez fue una advertencia política hoy resuena como un eco cultural.
La figura de Guy Fawkes ha trascendido su contexto histórico: de traidor a símbolo de resistencia, de villano a ícono del anonimato y la rebelión. Su máscara —popularizada por la película V for Vendetta (James McTeigue, 2006)— se convirtió en un emblema de protesta en todo el mundo.

La Noche de Guy Fawkes es, en esencia, un recordatorio de cómo la historia y la cultura pueden reinventarse con el tiempo. Lo que comenzó como una celebración de lealtad al rey hoy es una fiesta de luces, fuego y comunidad.
Entre las chispas de los fuegos artificiales y las sombras de las hogueras, el Reino Unido vuelve a mirar hacia su pasado para, al menos por una noche, mantener viva la memoria de la conspiración que no fue.