Los prestadores de servicios turísticos de Tulum ya lo confirmaron: viven la peor temporadas baja de turismo de las que se tenga memoria.Y es que con una disminución de más del 40% de ocupación, las ganancias se han ido a pique y el panorama luce desolador.
La otrora vibrante ciudad del Caribe mexicano, que parece surgida de la selva como por un milagro, mantuvo un ritmo de crecimiento vertiginoso desde 2010 y en tan solo 15 años se colocó como uno de los destinos preferidos por el turismo internacional, ello debido a su atmósfera de libertad y estética enmarcada entre el turquesa más puro del mar y una exuberante selva.
En México, el turista sabemos —o aprende a la mala— el grave problema de los taxis en Cancún: inflan los precios hasta alcanzar lo impagable. El gremio comenzó hace algunos años, cobrando hasta $500 pesos mexicanos extras al tarifario oficial (aproximadamente 25 dólares). Hoy en día, entre sanciones del gobierno y pleitos interminables con Uber, los taxistas locales imponen tarifas de hasta $3,000 pesos por un traslado de 20 minutos (160 dólares, aprox.).
En Tulum, el destino turístico vecino, percibido como un paraíso terrenal, taxistas y otros prestadores de servcios comenzaron a copiar las tácticas cancunenses en cuanto vieron crecer la cantidad de visitantes que llegaban a la ciudad.
Además de los proveedores habituales del turismo como hoteles o restaurantes, otros comercios como tiendas de abarrotes, tanto en el pueblo como en la playa, siguieron ese pésimo ejemplo de los beach club que, buscando maximizar ganancias, ajustaron sus tarifas a la economía de "primer mundo".
Cobros en dólares, privatización de playas, tarifas de transporte elevadas, especulación inmobiliaria y un desprecio generalizado hacia el turista mexicano son algunas de las prácticas más escandalosas que, sostenidas por años, finalmente provocaron la crisis en la que el destino de playa se encuentra actualmente, siendo sobre todo los turistas nacionales quienes arribaban en temporada baja.
¿Una hamburguesa? $600 pesos. ¿Un refresco? $100 ¿Estacionamiento? $800 todo el día.
Aunque algunos coinciden en que la gota que derramó este vaso de codicia fue el caso del Parque del Jaguar, en donde, a pesar de la prohibición constitucional que existe de privatizar las playas del territorio mexicano (Artículo 27), su administración decidió cerrar el acceso a una de ellas, y no conformes con elo, establecieron un cobro de admisión de $414 pesos mexicanos por persona extranjera y otro tanto para nacionales (22 dólares, aprox.), bajo la excusa de tratarse de una reserva natural protegida. Por supuesto, las protestas y movilizaciones no se hicieron esperar.
En tales circunstancias, el alcalde Diego Castañon convenció a diversos hoteleros y otros prestadores de servicio para abrir los accesos a las playas contiguas a sus establecimientos, provisional y gratuitamente. Sin embargo, testimonios en redes sociales denunciaron que si bien es posible pasar “sin cover”, los negocios cobran por acciones tan comunes como instalar una sombrilla, además de que prohíben ingresar con alimentos y bebidas, para forzar así el consumo de sus propios menús (con la exigencia de una jugosa propina de por medio).
Ahora sí que ven la ⛈️⛈️ y no se hincan, el alcalde de #Tulum @diegocastanonmx difundió que hace labores para que ahora sí haya libre acceso a todas las playas pero sin alimentos, sin bebidas, sin sombrillas, sin hieleras, sin nada, solo tu cartera para que te sigan reventando🤑 pic.twitter.com/gWecI5UrWd
— Tomás Martín (@ReporteroYuca) October 10, 2025
La causa de esta crisis de turismo es evidente. Los precios excesivos y el maltrato al turista nacional hicieron que Tulum ya no sea percibido como el paraíso que solía ser. En este sentido, parece que su futuro está en juego, al grado de que en redes se está llamando a cancelar el destino turístico hasta que se demuestre un cambio verdadero.
Cuéntanos, ¿tú has tenido alguna mala experiencia turística en Tulum?