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Rafaela Covas en Loco Amor: el amor, la obsesión y la memoria en el teatro de Sam Shepard (ENTREVISTA)

Arte

Por: Carolina De La Torre - 10/31/2025

La actriz portuguesa comparte su experiencia interpretando a May en Loco Amor, la obra de Sam Shepard dirigida por Gabriela Negrete, y reflexiona sobre cómo el pasado y la obsesión moldean el amor y la memoria en escena

Hay algo de caos que define tanto a la obra como a la conversación que sostuve con Rafaela Covas. Entre llamadas interrumpidas, pausas y fragmentos de su vida que se colaban en la línea, surgieron frases que dibujan la esencia de Loco Amor (Fool for Love), la pieza que Shepard escribió como un examen de la memoria y el deseo humano.

“Trabajar este texto fue una experiencia física, emocional y mental —me dice Rafaela—. Shepard exige que el actor no solo diga; que viva la palabra desde la piel”. Esa intensidad se potencia bajo la dirección de Gabriela Negrete: una mirada que no busca perfección, sino riesgo. “En los ensayos nos llevó a terrenos incómodos, a momentos sin certezas; ahí se revela la función del actor.”

El cuarto de motel donde ocurre la historia es, según Rafaela, más que escenario: “Es un espacio que te obliga a mirar hacia adentro. Todo está expuesto: cuerpo, voz, emoción. No hay dónde esconderse.” Esa sensación de exposición total, explica, genera momentos inesperados más abundantes que los de certeza, y define la tensión de la obra: un riesgo constante que también ilumina la belleza de la relación entre Eddie y May.

La actriz habla del trabajo en la soledad como herramienta fundamental:

“Cuando trabajas en la soledad, no es algo fácil; es la emoción la que anima. Es ahí donde la memoria se vuelve rica y extensa, donde uno se enfrenta a sí mismo y entiende que el silencio también actúa.”

En nuestra conversación, el habla se fragmenta, se entrecorta y vuelve a armarse, al preguntarle acerca de si sus memorias ern usadas para preparar su personaje ella responde: “A veces estoy llena de… eso hace mucho sufrimiento perceptible, y además de mi opinión… —se detiene un instante— lo que intentaba era tomas orgánicas,… es mucho más útil en la memoria que funciona.”

Cuando le pregunto sobre los elementos universales de la obra que podrían resonar con el público mexicano, responde con claridad:

“El amor, la obsesión, el pasado que nos marca y nos influencia muchísimo con el presente. Shepard sugiere mucho eso; es bastante humano. Y también muy vivo.”
Esa vitalidad que transmite Rafaela se siente en cada línea, en cada pausa y en cada frase entrecortada. En Loco Amor, los personajes se mueven al borde de la emoción pura, y la actriz parece moverse al borde de sus propias palabras, compartiendo un pedazo de su proceso creativo y, a la vez, dejando que el público complete la historia.

Al final, su invitación es simple y precisa:

“Vengan si alguna vez amaron hasta perderse. O si todavía no se han atrevido a hacerlo.”

Loco Amor no promete consuelo; propone la experiencia de reconocerse en la fragilidad de los personajes y en la memoria que nos hace quienes somos. Y Rafaela, con su voz franca y fragmentaria, nos deja esa misma sensación: el riesgo, la exposición y la belleza que nacen de habitar la emoción sin reservas.


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