Mictlantecuhtli: el dios mexica que custodia la vida después de la muerte
Magia y Metafísica
Por: Carolina De La Torre - 10/21/2025
Por: Carolina De La Torre - 10/21/2025
Cuando hay silencio en el aire y la noche parece respirar, se dice que el señor del Mictlán abre los ojos.
Su nombre es Mictlantecuhtli, el dios mexica de la muerte. Guardián de las almas que han terminado su paso por la Tierra, soberano de la oscuridad y del silencio, pero también custodio de aquello que hace posible la vida.
Según los mitos, Huitzilopochtli y Quetzalcóatl lo crearon en el Omeyocan, el lugar de los dioses, como parte del equilibrio entre vida y muerte. Comprendieron que la existencia no podía entenderse sin su contrario: para valorar la luz, era necesario conocer la sombra.
Su nombre proviene del náhuatl Mictlán (lugar de los muertos) y Tecuhtli (señor): “el señor del lugar de los muertos”. Pero a lo largo de Mesoamérica, se le conoció con distintos nombres según los dialectos y regiones: Ixtupec (“rostro quebrado”), Sextepehua (“esparcidor de cenizas”) y Tzontemoc (“el que baja de cabeza”), cada uno describiendo aspectos de su dominio sobre la muerte y el inframundo.
El Mictlán no era un infierno. Era la morada de los muertos, el último destino para quienes fallecían de manera natural, sin importar género ni estatus social. Su estructura reflejaba la cosmovisión mexica: un viaje por nueve niveles, con desafíos y pruebas que el alma debía superar para alcanzar el descanso final.
Aunque Mictlantecuhtli gobierna la muerte, también está ligado a la creación de la vida. Quetzalcóatl descendió al Mictlán para recoger los huesos de los antiguos humanos; con su sangre dio origen a la humanidad. Desde entonces, Mictlantecuhtli cuida esos restos: la muerte como principio de la vida.
Además, en códices como el Borgia o el Vaticano V, se le representa con piel descarnada, cráneo expuesto y mandíbulas abiertas. Los murales de Teotihuacán lo muestran junto a símbolos de muerte y transformación: murciélagos, búhos, arañas y huesos, recordándonos que la muerte forma parte de un ciclo, no de un castigo.
El Mictlán y sus señores son más que mitos: son un reflejo de la visión mexica sobre la vida y la muerte. Los rituales funerarios, el acompañamiento de perros a los difuntos y las ofrendas del Día de Muertos tienen raíces directas en esta cosmovisión. Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl no juzgan ni condenan; reciben, custodian y equilibran.
En su reino de sombras y silencio, la muerte se presenta como certeza, no amenaza. Nos recuerda que la vida y la muerte son inseparables, y que ambas deben ser comprendidas como parte de un mismo viaje.