El pasado 19 de octubre, el Museo del Louvre en París vivió un atraco relámpago que duró menos de diez minutos. Los ladrones lograron sustraer nueve piezas de valor “incalculable”, según el ministro del Interior francés, y hasta ahora no se ha logrado capturar a los responsables.
Aunque el robo ha sacudido los nervios al mundo del arte, no es la primera vez que el Louvre enfrenta un episodio de este tipo. Décadas atrás, la famosa Mona Lisa también desapareció de sus muros.
En Pijama Surf te contamos algunos de los robos más emblemáticos del arte mundial —desde piezas prehispánicas mexicanas hasta diamantes reales y retratos perdidos durante la guerra—, dejando en claro que el arte también logra despertar la ambición humana de poseer lo que no tiene precio.
En agosto de 1911, el Louvre amaneció con un vacío importante y es que la Mona Lisa de Leonardo da Vinci había desaparecido. Vincenzo Peruggia, un carpintero italiano que trabajaba en el museo, aprovechó su conocimiento del edificio para esconder la pintura bajo su ropa y salir caminando con ella. La obra permaneció dos años encerrada en un armario, hasta que el ladrón intentó venderla a un anticuario en Florencia. Fue arrestado, y la Gioconda regresó a París convertida en un mito universal.
El Museo Van Gogh de Ámsterdam ha sufrido no uno, sino dos robos legendarios. En 1991, un ladrón se escondió durante la noche y, con ayuda de un cómplice, se llevó veinte obras, entre ellas Los girasoles. Sin embargo, media hora después, la policía halló el botín abandonado en un coche.
En 2002, el museo volvió a ser víctima del crimen y en esta ocasión, dos lienzos, Vista del mar en Scheveningen y Salida de la iglesia de Nuenen, desaparecieron y permanecieron ocultos durante 14 años. Finalmente, fueron hallados en una redada contra la mafia napolitana en 2016.
Mientras México celebraba la Navidad de 1985, dos estudiantes de veterinaria irrumpieron por los ductos de ventilación del Museo Nacional de Antropología y se llevaron 124 piezas arqueológicas, incluyendo la máscara funeraria de Pakal y joyas mixtecas y zapotecas.
El robo, planeado con precisión y ejecutado sin armas, puso en evidencia la fragilidad del sistema de seguridad de los museos. Cuatro años después, la mayoría de las piezas fue recuperada, pero el episodio quedó grabado como uno de los mayores golpes culturales en la historia del país.
En 2011, mientras las protestas por la Primavera Árabe sacudían El Cairo, el caos se filtró en uno de los museos más antiguos del mundo. Decenas de personas irrumpieron en el Museo Egipcio y saquearon 54 piezas, entre ellas estatuas de faraones y joyas de oro.
Aunque muchas fueron recuperadas por el ejército y ciudadanos que devolvieron voluntariamente los objetos, varias aún permanecen desaparecidas.
En diciembre de 2002, el Museo de Ciencias Museon, en Holanda, fue escenario de un atraco casi perfecto. Desaparecieron diamantes valuados en 12 millones de dólares, incluyendo el anillo de bodas del rey Guillermo III del siglo XVII. Las cámaras no registraron a los responsables, ni hubo señales de forzamiento en vitrinas o puertas.
Boston, 1990. Dos hombres disfrazados de policías entraron al Museo Isabella Stewart Gardner diciendo que respondían a un llamado de emergencia. Ataron al personal y robaron trece obras, entre ellas piezas de Rembrandt, Vermeer y Degas.
El valor estimado supera los 500 millones de dólares, pero hasta hoy, ninguna pintura ha sido recuperada.
Considerada la mayor pérdida artística de la Segunda Guerra Mundial, esta pintura del artista, Rafael fue robada por los nazis en Polonia y se desvaneció del mapa en 1945. Formaba parte de la colección Czartoryski y, según registros, desapareció mientras se almacenaba en Baja Silesia.
A lo largo de las décadas, surgieron rumores sobre su paradero —incluido un supuesto hallazgo en una bóveda bancaria en 2012—, pero el gobierno polaco lo desmintió. Retrato de un joven sigue siendo una de las piezas más buscadas del mundo.