Cinco historias de terror actuales de la Ciudad de México
Magia y Metafísica
Por: Yael Zárate Quezada - 10/30/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 10/30/2025
México es un país lleno de leyendas donde las escuelas primarias fueron construidas sobre cementerios, las brujas habitan los cerros que rodean la Ciudad de México y charros negros deambulan por los caminos en busca de despreocupados e ingenuos solitarios.
No es de extrañarse que México, al ser un país tan vasto en historia, albergue una gran cantidad de historias llenas de misterio. Y como México es un país tan grande, tan poblado y en constante movimiento, es común que con él se generen nuevas historias de terror que impacten a las nuevas generaciones y las que vienen.
En esta ocasión en Pijama Surf te enlistamos cinco leyendas modernas que envuelven a la Ciudad de México.
Imagínate regresar a casa una noche cualquiera. Subes al vagón casi vacío, y frente a ti se sienta una mujer que sonríe sin razón aparente. Al principio no le das importancia, pero esa sonrisa es tan fija, tan antinatural, que pronto te resulta –además de incómodo– imposible apartar la mirada.
Se dice que cuando intentas observarla directamente, su rostro se distorsiona. Algunos testimonios afirman que sus ojos se tornan completamente negros. Otros, que la sonrisa se ensancha más allá de lo humano. Antes de que llegues a tu estación, ella ya ha desaparecido.
Como cualquier leyenda macabra, tiene un origen trágico. Cuentan que su espíritu pertenece a una joven que fue atacada en los túneles del metro y que desde entonces ronda los trenes nocturnos buscando a quien le sostenga la mirada demasiado tiempo.
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Por cualquiera de las 12 líneas, caminar por las entrañas del metro de la Ciudad de México implica convivir con historias que muchas veces ponen a prueba la lógica. Una de ellas es la de la rata gigante, una criatura enorme, del tamaño de un perro, que merodea por las vías y los túneles. A decir de algunos trabajadores, han encontrado restos de animales y basura destrozada, como si algo mucho más fuerte hubiera pasado por ahí. Algunos juran haberla visto, con los ojos brillando entre la oscuridad, huyendo cuando alguien se acerca.
La leyenda asegura que no se trata de una simple rata, sino de una mutación producto de los años de abandono, radiación y contaminación subterránea. Si alguna vez escuchas pasos apresurados o un chillido anormal entre estaciones, tal vez quieras cambiar de vagón.

La Posada del Sol es un lugar de esos que parecen que se quedaron suspendidos en el tiempo. Entras por curiosidad, buscando ruinas, y pronto el aire se vuelve más pesado. Si te quedas en silencio –cosa que no es difícil— puedes escuchar risas de niños o pasos en los pasillos que llevan al sótano. En ese sótano, según la leyenda, se halló el cuerpo de una niña que jugaba en el patio central y nunca volvió a salir.
Quienes han hecho sesiones de fotografía o exploraciones urbanas ahí aseguran que una figura pequeña se asoma entre los arcos y los muros grafiteados. No importa si vas acompañado, en algún momento sentirás que alguien te toma de la mano.

Cuando viajas por la línea 3 y el altavoz anuncia “Próxima estación: Balderas”, tal vez no imaginas que en este lugar que comparte transbordo con la línea rosa, carga con una de las historias más conocidas del metro. Se dice que en los años 80, un guardia fue asesinado por intentar detener un robo. Desde entonces, su presencia se siente en los túneles con manifestaciones espectrales como puertas que se cierran solas, pasos metálicos en la oscuridad, y un tenue silbido que anuncia su paso.
Los operadores cuentan que, en ciertas noches, una figura con uniforme antiguo se acerca a las vías y desaparece justo cuando el tren llega.

Entre los trabajadores del Metro circula una historia que ha pasado de voz en voz durante más de tres décadas. Se dice que Platanov era inspector o ingeniero del sistema, y que alrededor de 1991 fue enviado a revisar una falla en el túnel de la Línea 3, entre las estaciones Potrero y La Raza. No reportó su salida y desapareció sin dejar rastro. Días después, se encontraron fragmentos de su cuerpo entre las vías; había sido atropellado por varios trenes.
Tras su muerte, algunos trabajadores aseguraban haber visto una figura solitaria en los túneles, con casco y lámpara encendida, que caminaba lentamente entre los rieles. Otros afirmaban que lo habían visto subir a la cabina de un tren para hablar con el conductor y luego desvanecerse frente a sus ojos. Incluso se cuenta que, en más de una ocasión, una voz que decía ser “Platanov” se comunicó por radio para reportar su salida de turno, aunque todos sabían que estaba muerto.
Con el tiempo, los incidentes disminuyeron después de que se le ofreciera una misa en su memoria. Pero la historia no terminó ahí. La última vez que se supo de él fue cuando un regulador recibió una llamada:
—Central, aquí Platanov, reportando salida.
El operador, ya sabiendo quién hablaba, respondió con calma:
—Enterado, Platanov. Descansa.