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La adjudicación del galardón al escritor, guionista y colaborador de la televisora líder en España alimenta el debate entre lo comercial y lo literario

El Premio Planeta, que como cada año desde 1952 la editorial española homónima concede a la mejor novela original e inédita de las que concursan, ha recaído este 2025 en Juan del Val.

Juan Ángel del Val Pérez nació en Madrid el 5 de octubre de 1970 y actualmente es una de las figuras mediáticas más conocidas en España, en particular por su presencia en diarios, como columnista, y en la televisión y la radio como presentador y panelista. Además también se ha desempeñado como guionista, productor y director, también en la industria televisiva y radiofónica. 

Como escritor se ha mantenido activo al menos desde 2011, con una saludable racha de publicaciones casi cada dos años desde el 2017, contando en su haber hasta la fecha con siete novelas las dos primeras escritas en coautoría con Nuria Roca. Antes que de su novela Vera, una historia de amor ganara este año el Premio Planeta, en 2019 otra obra suya, Candela, en 2019 el Premio Primavera de Novela al que convoca la editorial Espasa.

Antes de continuar cabe mencionar un par de detalles: el primero, que la novela ha sido el único género en el que del Val ha incursionado, al menos públicamente; y el segundo, que el Premio Planeta es el premio literario con la mayor dotación económica del mundo, consistente en un millón de euros para el ganador, en condiciones particulares, eso es cierto, pero al menos esa es la cifra que figura en sus bases de participación.

Casi inmeditamentre, la concesión del premio a Juan del Val generó polémica. De hecho, apenas transcurridos unos segundos del anuncio del ganador, la co presentadora de la ceremonia de premiación, Esther Vaquero, no pudo evitar un notorio gesto sardónico al escuchar el nombre del ganador: Juan del Val.

El anuncio encendió las redes sociales, que estallaron en cuestionamientos sobre la legitimidad de la decisión, mismos que irremediablemente se dirigieron hacia la integridad del escritor.

¿Por qué generó tanta indignación que Jan del Val se llevara el galardón?

Si bien, como decíamos antes, del Val ha mantenido un ritmo consistente de publicaciones, ello no lo ha eximido de señalamientos críticos que ven en su manera de escribir un estilo reiterativo, poco pulido y cargado de clichés. Sus tramas son diversas, desde el romance entre una adolescente y un escritor, hasta el periplo que un periodista narra de un barrio humilde a una urbanización de superlujo y los secretos que en ésta se esconden.

Por estos y otros rasgos, los libros de del Val se han colocado en el gusto tanto de las editoriales, como del público masivo. Casi sin excepción, sus novelas registran un alto volumen de ventas. Por mencionar sólo un ejemplo, Delparaiso había vendido más de 75 mil copias hasta finales de 2023, lo cual le reservó un lugar privilegiado en la codiciada lista de los superventas. 

Por otro lado, del Val también ha sabido explotar y capitalizar su presencia y experiencia mediática. Además de ser un invitado frecuente en entrevistas televisadas y podcast, en sus propias redes sociales cuenta con una base de 370 mil seguidores, consolidando una audiencia ávida de seguirlo, escuchar sus declaraciones y opiniones y, por supuesto, leerlo, aun cuando, acorde a los tiempos en que vivimos, su exposición en los medios también le ha traído dos o tres escándalos que las redes han magnificado.

En mayo de este año, por ejemplo, dijo en una entrevista que “los animalistas no son muy listos”. En otra ocasión, en el famoso programa de variedad "El Hormiguero", declaró: “Si tu vas con tus amigos a una despedida de soltero y no contratas unas putas, es como ir a un cumpleaños”. Sin olvidar que, en las postrimerías de la pandemia, llamó “estúpidos” a quienes se negaban a ser vacunados, con lo que alentó la persecución a su persona por parte de los llamados "antivacunas". 

A este respecto es importante mencionar que mucha de la participación televisiva de del Val ocurre en la señal y programación de Antena 3, canal abierto de la televisión española propiedad de Atresmedia, empresa cuyo mayor accionista es… Planeta DeAgostini.

Más allá de la declaraciones desatinadas de del Val, los lugares comunes de su obra publicada o su actividad mediática, la cesión del Premio Planeta ha abierto un viejo debate entre la comunidad literaria: la relación entre los intereses comerciales y el valor literario de una obra. Al menos en redes, ese es el centro de la polémica.

Por un lado, uno de los bandos en disputa sostiene que la literatura debe ser valorada desde los canones propios de la producción artística y que, en ese sentido, el reconocimiento de una obra tendría que establecerse conforme a criterios estéticos rigurosos, que involucren un estilo creativo y profundidad temática, mismos que suelen interrogar la condición humana de su tiempo, rasgo fundamental para convertirlas en obras de arte.

Pero otros señalan que sobre todo de unos años para acá, las editoriales privilegian un enfoque comercial que apuesta por el mero entretenimiento, con novelas breves o accesibles con temas y esquemas ya reproducidos hasta el cansancio, con subtramas de fácil anticipación, plagadas de giros que, en pos de mostrarse “auténticos”, terminan por rayar en los límites del ridículo.

Abiertas las heridas, la comunidad literaria recuerda con malestar cómo en últimos años las editoriales han decidido apostar por publicar a personas venidas de la industria del entretenimiento e influencers de las redes sociales, con títulos tales como:

  • Lugares asombrosos, de Luisito Comunica
  • Jukilop: la verdadera historia, de Kimberly Loaiza
  • Cien películas que me abrieron la cabeza, de Nicolás Amelio-Ortiz
  • La sociedad de los autores desconocidos, de Elan
  • Emos Vs Punks: una historia de amor?, de Jacobo Wong
  • Aprender a amar(me), de Camila Zuluaga
  • Manual para ser tú misma, de Natalia Merino
  • ¡Porque soy tu madre!, de Paco De Miguel

Se trata de títulos publicados en amplios tirajes, con amplias campañas de publicidad en medios tradicionales y digitales, giras, presentaciones, ubicación preferente en mesas y estantes de librerías y, en suma, un tratamiento pocas veces concedido a autores con un estilo más pulcro, una elección más ambiciosa o reflexionada de temas para sus obras y que realmente hacen aportes a la literatura. Y dicho de sea de paso: autores que sí escriben las obras que firman con su nombre. Estos últimos, lamentablemente, no cuentan con el arrastre y número de seguidores que los influencers, de ahí que se acuse a la industria editorial global de favorecer las ventas por sobre la calidad, en perjuicio de la literatura.

A este propósito, el periodista Sergio C. Fanjul reseñó en un artículo reciente sobre la polémica del Premio Planeta a Juan del Val, cómo un sector del público lector recuerda con nostalgia cuando este premio se otorgaba a escritores innegablemente literarios. Entre otros, algunos de los mejores galardonados del Planeta han sido Eduardo Mendoza, Rosa Renegás, Antonio Muñoz Molina e incluso dos autores que más tarde en su carrera fueron distinguidos con el Premio Nobel de Literatura: Mario Vargas Llosa y Camilo José Cela. Por cierto, si se examina dicha nómina, se observa que más o menos cada siete u ocho años el jurado del Planeta ha premiado obras con valor literario y, en el intervalo, a superventas o "autores" que son figuras mediáticas conocidas.

"En los últimos años, el premio solo se ha dedicado a esa literatura considerada comercial."

—Manuel Vilas

Para resumir, las críticas en redes sociales a Juan del Val y su Premio Planeta han ido desde juzgar el estilo del escritor, hasta mostrarlo como simple empleado de la editorial, llegando incluso a tildar al premio como “preconcebido antes de escribirse la novela”. 

En su discurso de aceptación, por su parte, Juan del Val se ha pronunciado en favor de escribir “para la gente” y no para impresionar a los círculos litrerarios, por lo que sus seguidores han salido en su defensa, calificando de envidiosos y resentidos a sus detractores, cuestionando si es que en verdad han leído el libro antes de emitir sus comentarios.

Por nuestra parte, nos preguntamos si puede llegar a existir un balance en donde la industria editorial pueda reconocer el aporte en ventas que la literatura comercial deja y, al mismo tiempo, reservar premios importantes a obras de verdadera valor literario. Después de todo, la preservación de la literatura estuvo en las intenciones original de los fundadores de las casas editoriales de mayor tradición. Premiar obras exclusivamente literaras sería un acto de fidelidad a los principios en los que dichas editoriales fueron concebidas.


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Imagen de portada: Juan del Val