En internet, los rastros digitales rara vez mienten. Según datos de Ahrefs.com, cada mes se realizan más de 4.7 millones de búsquedas en Google relacionadas con pornografía transgénero. Un análisis de tendencias sugiere que, detrás de gran parte de este consumo, se encuentran votantes y regiones de fuerte orientación republicana, el mismo partido que impulsa el movimiento Haz a América grande otra vez (MAGA, por sus siglas en inglés), el mismo sector político que en público sostiene posturas contrarias a los derechos LGBT+.
El estudio, basado en información de tendencias de Google entre el 1 y el 19 de junio de 2022, comparó el volumen de búsquedas con los resultados de las elecciones de 2020 y las posturas sociales respecto a la diversidad sexual. El hallazgo reveló que a mayor identificación con el Partido Republicano, mayor interés en pornografía trans.
Por un lado, en el discurso público, se promueven leyes y políticas que buscan restringir los derechos de las personas trans; por otro, en privado –y en el rincón más reprimido de su mente– las búsquedas revelan una fascinación sexual con ellas. Los autores del análisis lo interpretan como un fenómeno de represión y doble moral una narrativa de odio en la superficie y un deseo oculto tras la pantalla.
Los mapas generados a partir de los datos muestran la popularidad de los diez términos más buscados relacionados con pornografía transgénero, como “shemale”, “tranny”, “femboy” y “ladyboy”.
El ranking de estados con mayor volumen coloca en primer lugar a
Todos, territorios de peso republicano.
Esta paradoja evidencia cómo la política de la moral pública choca con los deseos íntimos de quienes la enarbolan. Los datos sugieren que la lucha contra los derechos de la comunidad trans podría tener menos que ver con la “defensa de valores” y más con un conflicto interno no resuelto dentro de quienes los atacan.
En última instancia, este contraste revela algo más profundo y es que, la pulsión humana rara vez se somete a las narrativas oficiales. El deseo no entiende de ideologías ni de prohibiciones; aparece donde menos se espera y expone la fragilidad de los discursos que buscan erigirse como guardianes de la moral.