La mañana de este martes 9 de septiembre, varios espacios culturales en la Ciudad de México se encontraron con las puertas cerradas. Los principales recintos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), entre ellos el Palacio de Bellas Artes, el Museo Tamayo y el Museo de Arte Moderno, permanecen sin acceso al público debido a un paro impulsado por distintas secciones sindicales de la Secretaría de Cultura federal.
La protesta surge de una exigencia que los trabajadores consideran símbolo de un rezago más profundo, es decir la falta de uniformes de trabajo.
De acuerdo con los empleados, los uniformes no se han entregado desde 2024. Además, reclaman que esta prestación se resuelva de una manera distinta, es decir, mediante tarjetas electrónicas que les permitan adquirir la ropa directamente, en vez de depender de la entrega física.
Por su parte, el INBAL respondió con un comunicado en el que explica que la demanda no puede cumplirse en esos términos. “Conforme a la normatividad vigente, no es posible cumplir esta demanda, ya que la entrega de ropa física es la única forma autorizada por la norma aplicable”, señala el documento.
En tanto, la incertidumbre sobre la duración del paro permanece. Trabajadores reconocieron que no saben si el cierre se limitará a una jornada o si se prolongará, lo que provocará afectaciones a miles de visitantes nacionales y extranjeros que acuden a estos recintos como parte esencial de la vida cultural de la capital.
El Instituto, por su parte, buscó matizar el impacto del conflicto. “El Instituto lamenta profundamente las afectaciones que esta situación pueda ocasionar a las y los visitantes y públicos de los recintos culturales. Al mismo tiempo, reitera su disposición de dialogar con las representaciones sindicales y cumplir con todas las prestaciones a las que tienen derecho las y los trabajadores, siempre en estricto apego a la legislación y normatividad aplicables”.
Lo cierto es que el cierre pone sobre la mesa una tensión constante en el sector cultural, pues mientras las instituciones se dedican al resguardo del arte y la memoria, al mismo tiempo, enfrentan dificultades para atender las necesidades básicas de quienes mantienen vivo ese patrimonio.