Iztacalco: ese otro municipio de Mánchester - Crónica del concierto que Oasis dio en la CDMX
Arte
Por: Carlos Martínez - 09/19/2025
Por: Carlos Martínez - 09/19/2025
Para Rule, el mayor fan
I.
Estoy en Metro Auditorio y voy hacia el Estadio GNP Seguros, donde Oasis dará los dos conciertos que tiene programados en la Ciudad de México, en principio para los chilangos pero en estos tiempos globales no solamente: después de todo, la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco) calculó una derrama económica de 850 a 1,000 millones de pesos por la visita de los Gallagher.
En el andén veo fans con playeras oficiales y no oficiales de la banda de Manchester, otros con sombreros tipo pescador (bucket hat, la prenda insignia de Liam Gallagher) y el video musical de “Don’t Look Back in Anger” en una de las múltiples pantallas que en otros momentos transmitirían información de utilidad o entretenimiento para los usuarios.
Al salir de la estación Ciudad Deportiva compruebo que la oasismanía atraviesa esta ciudad de poniente a oriente. Decenas de marchantes anuncian la playera, la chamarra, el llavero y la taza del evento. Al otro lado de Viaducto un bar se ha convertido inesperadamente en un pub donde hinchas del Manchester City presumen orgullosos su jersey de la colección de Oasis x adidas (sin importar que hasta ahora nada de ésta ha llegado oficialmente a México), mientras corean los mejores éxitos de la banda. La fiebre por el dúo de Manchester inunda el Río de la Piedad.
II.
Son las 18:30 horas del 13 de septiembre y me encamino a mi butaca para ver a Oasis. A diferencia del día anterior, donde una llovizna ligera obligó a los asistentes a sacar un par de paraguas, Tláloc se muestra poco cooperativo y suelta su furia. El panorama se llena de bucket hats, impermeables de plástico y chamarras.
El resto de las 65 mil personas se acomodan lentamente en sus lugares. Algunos pasan primero por una cerveza (no necesariamente su primera) y otros por las pizzas individuales que aquí se venden al costo de una familiar. A lo lejos un rasgueo de guitarra hace gritar al público. Comenzó el show de Cage the Elephant, la banda telonera cuya energía, vestimenta y aleteo de brazos hace pensar en un Mick Jagger gringo.
III.
Una explosiva —pero contenida— emoción recorre las gradas: una euforia reprimida durante dieciséis años después de la abrupta y para nada sorpresiva separación de los hermanos Gallagher.
El fatídico día ocurrió en agosto de 2009. A pesar de las claras diferencias de los hermanos, incluso desde antes de formar la banda, el momento cumbre ocurrió cuando cancelaron su participación en el Festival de Rock en Seine de París luego de una discusión entre ellos. ¿El resultado? Un mensaje claro y contundente de Noel Gallagher: “Con cierta tristeza y gran alivio les digo que dejo Oasis”.
Desde entonces, pasaron 16 años de especulaciones y deseos por la reconciliación de los enfants terribles de Manchester, los cuales se cumplieron en agosto de 2024 con un mensaje difundido en las redes sociales de Oasis: “Las armas han callado. Las estrellas se han alineado. La gran espera terminó. Vengan a verlo. No será televisado”.
De pronto, una voz alerta a los asistentes: “Esto no es un simulacro. Repito, esto no es un simulacro”. El anunciador ubicuo enciende una mecha y con un redoble de tambores suelta el chispazo. En las gigantescas pantallas del escenario surgen cientos de titulares de todo el mundo que hacen una pregunta que resuena en todos los presentes: “¿Cuándo volverá Oasis?” La respuesta la da la misma pantalla: “Este es el momento”. Acto seguido, Liam y Noel Gallagher llegan al escenario tomados de la mano. El gesto alborota aún más a los asistentes. México es un país de simbolismos. Un abrazo selló nuestra independencia, un bastón de mando legitimó la llegada de la izquierda a la Presidencia. Claro que un apretón de manos nos volverá locos, y más con individuos aparentemente irreconciliables.
Los versos de las primeras dos canciones del concierto son un manifiesto de la banda: “Hola, es buen estar de regreso” de “Hello” y “porque nos necesitamos el uno al otro, creemos el uno en el otro” de la canción “Acquiesce” (que en español se puede traducir como “ceder”).
IV.
La afición pambolera de México y Reino Unido se corta con la misma tijera. En un hecho único desde el comienzo de la gira en julio de 2025, Liam Gallagher cede a su hermano la invitación al público para que haga el "poznan", una forma de celebración de la afición futbolera polaca que años después se volvió el sello de la barra del Manchester City.
El público no duda en darle la espalda al escenario, entrelazar sus hombros y saltar al ritmo del bombo. Los chorros de cerveza –o lo que preferimos creer que es cerveza– vuelan por los aires cuando un guitarrazo anuncia la siguiente canción: “Cigarrettes & Alcohol”.
“Advertencia: El rock n’ roll puede generar severos daños a la salud”. Eso dice la gigantesca pantalla mientras Liam canta… sobre cigarros y alcohol. ¿Eso realmente le importa a los asistentes? Todo lo contrario.
El concierto es una catársis de múltiples matices. Las letras de los británicos sirven para los melancólicos, para los soñadores, los enamorados y los desencantados. En cada una de las piezas hay cabida para soltar todas las frustraciones.
Noel dedica “Half the World Away” a quienes viajaron a la capital mexicana no solo desde otras ciudades del país, sino incluso desde otras partes del mundo únicamente para verlos. Canciones después, Liam le dedica “Rock n’ Roll Star”, el himno de los utópicos, a su hijo Lennon, que cumple años ese mismo día.
Después llega el encore. El grupo regresa al escenario y cantan la oda al misterio de la vida: “The Masterplan”. Ni siquiera los Gallagher contaban con que el “plan maestro” contemplaba su reunión. “Todo lo que sabemos es que no sabemos cómo va a ser”, dice el coro.
Entre los fuegos artificiales y los acordes de “Champagne Supernova”, Liam se pone un sombrero de mariachi que un Pep Guardiola de cartón portaba antes. Otra vez los simbolismos. El estadio se rinde, ahora no tanto por la reconciliación con su hermano, sino por la ironía de ver al británico más terco del planeta convertido en souvenir mexicano.
Oasis “vive por siempre”, incluso después de 16 años de ausencia. Y tan cerca de las fiestas patrias en México, no parece imposible que una siguiente fase en ese “plan maestro” del dúo mancuniano fuera conquistar el Zócalo. ¿Por qué no?