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«Sole E Amore» transforma la guayaba en mermeladas gourmet con hierbas finas y un proceso artesanal que conquista tanto a México como a Estados Unidos

México es un país con una larga tradición frutal y de conservas, y aunque hay una variedad importante de marcas, pocas historias resultan tan singulares como la de Sole E Amore, una marca que ha logrado llevar la guayaba a un nivel inesperado. Detrás de este proyecto están Alejandro Rico y Airam Perea, quienes transformaron la abundancia de una huerta familiar en un producto gourmet que hoy se abre camino en México y Estados Unidos.

“La guayaba siempre fue protagonista porque desde hace más de veinte años mi familia tiene una huerta que produce 60 toneladas al año”, cuenta Rico. “Necesitábamos encontrarle un destino digno, y decidimos crear una mermelada que realmente expresara la calidad de esta fruta, distinta a cualquier otra que encuentres en un supermercado”.

Lo que diferencia a Sole E Amore no es solo la fruta fresca —que se recolecta en su punto exacto, a diferencia de otras mermeladas que usan fruta casi en descomposición—, sino las combinaciones que apuestan por hierbas como menta y lavanda, ingredientes poco comunes en este tipo de conservas. “Logramos que el sabor de las hierbas sobresalga de forma natural, sin saborizantes artificiales, y eso da un giro totalmente distinto al producto”, explica.

El proceso artesanal también es parte de su identidad. Cada frasco se prepara de forma manual y, en un gesto que mezcla tradición con compromiso social, involucra a personas de la tercera edad y con discapacidades, quienes colaboran en el etiquetado y en tareas de almacén. Esta disciplina no ha impedido que la marca cumpla con los estándares más estrictos: sus mermeladas cuentan con el registro de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para su venta en Estados Unidos.

Las combinaciones han sorprendido tanto en mesas como en coctelería. La de lavanda va bien con quesos como el brie o incluso con ginebra y vodka, mientras que la de menta encuentra afinidad con el manchego, el jamón serrano o un buen mezcal. “Hemos hecho pruebas con chapulines, galletas y nuestra mermelada de menta, y el resultado es espectacular”, confiesa Rico.

En cuanto al consumidor ideal, Alejandro aclara que este “es un producto para compartir. Funciona perfecto en reuniones donde quieres experimentar con diferentes maridajes. Hemos visto que lo disfrutan desde niños hasta adultos mayores que incluso lo compran como regalo para ocasiones especiales”.

De cara al futuro, la marca planea expandirse con nuevas frutas de la misma calidad que su guayaba estrella, explorar con licores y quizá abrir camino hacia chocolates o mieles. Mientras tanto, sus frascos esféricos —con un costo de 180 pesos en tiendas y 230 en Amazon— siguen conquistando a quienes buscan experiencias distintas en un mercado saturado de opciones convencionales.

Pero más allá del sabor, en cada frasco de Sole E Amore, se condensa la historia de una tierra fértil y de una familia que decidió transformar la sobreproducción en un manjar. Como dice Rico, “queríamos que la guayaba dejara de ser una fruta que se pierde en el campo para convertirse en algo memorable”.

También, la expansión hacia Estados Unidos responde a una lógica cultural y de mercado. Mientras en México la mermelada suele considerarse un capricho ocasional, en otros países forma parte de la dieta cotidiana. “Allá el consumo es diario, es parte del desayuno, igual que en Europa”, explica Rico. Esa diferencia ha abierto una puerta enorme para el crecimiento de la marca.

La guayaba, una fruta común en la mesa mexicana, se convierte en un puente cultural y generacional; un elemento que puede acompañar tanto un desayuno infantil como una copa de vino entre adultos. Esa versatilidad ha permitido que la marca se coloque como una propuesta fresca, innovadora y profundamente enraizada en la tradición.

 


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Imagen de portada: Cortesía