Labial rojo: símbolo de poder femenino y resistencia histórica
Sociedad
Por: Carolina De La Torre - 09/05/2025
Por: Carolina De La Torre - 09/05/2025
El labial rojo es más que sólo maquillaje; es un símbolo que ha atravesado siglos, guerras y luchas por la igualdad, dejando una estela de poder, identidad y resistencia femenina. Desde los tiempos de Cleopatra hasta los estudios de mercado contemporáneos, su historia está marcada por la fascinación, la controversia y, sobre todo, la fuerza que otorga a quien lo lleva.
Aunque muchos creen que Adolf Hitler odiaba el lápiz labial rojo y que su uso era un acto de rebeldía, la realidad es más compleja. No existen registros de una prohibición oficial, y de hecho, Eva Braun, su pareja, utilizaba con frecuencia productos de marcas estadounidenses como Elizabeth Arden. Los rumores sobre la Alemania nazi se originaron a partir de titulares sensacionalistas y malentendidos: en 1933 se pidió a las mujeres evitar el maquillaje en ciertas reuniones del partido, pero esto nunca se tradujo en una ley contra el cosmético. Aun así, el mito persistió, reforzando la idea de que el labial rojo era un símbolo de desafío.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el lápiz labial rojo se transformó en un estandarte de moral y patriotismo. En Reino Unido, las mujeres aplicaban su tono favorito antes de los bombardeos, un gesto mínimo que afirmaba su resistencia frente a la adversidad. La propaganda aliada incluso lanzó consignas como “Lick Hitler with lipstick”, mientras marcas como Elizabeth Arden promovían tonos llamados “Victory Red”. Lo que parecía un detalle trivial —un color en los labios— se convirtió en un instrumento de unidad, esperanza y resiliencia.
El gobierno británico comprendió el poder psicológico del labial. Winston Churchill lo declaró producto de primera necesidad, equiparándolo al tabaco para los hombres, y alentó a las mujeres a pintarse como una acción patriótica, para levantar la moral de la población y sostener la confianza de los soldados en el frente. Cada barra de lápiz labial no era solo color, era un recordatorio de que la vida continuaba, de que la feminidad y la fuerza podían coexistir incluso en tiempos de crisis.
En Estados Unidos, la guerra también aceleró la incorporación de la mujer al ámbito laboral. Con los hombres en el frente, ellas asumieron roles en fábricas, oficinas y transporte. El labial rojo, lejos de ser un lujo superficial, se convirtió en un aliado para mantener la identidad, proyectar seguridad y enfrentar entornos dominados por hombres. Como señala Rachel Felder, autora de Red Lipstick: An Ode to a Beauty Icon, pintarse los labios “emana un mensaje de autoridad y convicción. Es tanto una espada como un escudo, escondiendo cualquier inseguridad y demostrando fuerza asertiva”.
El alcance del lápiz labial incluso llegó a los escenarios más extremos. Sobrevivientes de campos de concentración recordaron cómo la llegada de barras de labios devolvía un sentido de humanidad a mujeres reducidas a números. La Cruz Roja entregaba estos productos en Bergen-Belsen, y aquellas mujeres, despojadas de todo, recuperaban su identidad con un gesto simple y potente: los labios rojos. Lo mínimo para el mundo, lo máximo para ellas.
Después de la guerra, el labial rojo continuó siendo un referente cultural y económico. El “efecto pintalabios”, acuñado por Leonard Lauder, demuestra cómo la industria cosmética se mantiene o incluso crece en tiempos de crisis: un reflejo del deseo humano de sentirse fuerte, visible y dueña de su propia imagen. Desde la Segunda Guerra Mundial hasta recesiones modernas, el labial rojo sigue siendo una declaración silenciosa, un acto de empoderamiento diario que conecta pasado y presente.
El labial rojo no solo da color a los labios; colorea la historia. Ha sido gesto de desafío, herramienta de resistencia, aliado en la guerra, instrumento de autoestima y símbolo de fuerza femenina. Cada trazo recuerda que la belleza puede ser un acto político, que cuidar de una misma no es frívolo, y que, en los momentos más oscuros, un simple color puede devolver la humanidad y la dignidad a quien lo lleva.