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Descubre la obra de Flor Garduño, fotógrafa mexicana reconocida internacionalmente por retratar la mexicanidad, la naturaleza y la cultura ancestral en imágenes llenas de poesía y fuerza simbólica

Cada imagen de Flor Garduño es un susurro que nos acerca a lo profundo de la cultura mexicana, a la belleza silenciosa de la naturaleza, a la fuerza y fragilidad de sus habitantes. Su lente captura no solo lo que vemos, sino lo que sentimos al mirar.

Una vida dedicada a la luz y las sombras

Nacida en la Ciudad de México en 1957, Flor Garduño se formó en la Antigua Academia de San Carlos y luego como asistente del maestro Manuel Álvarez Bravo. Desde entonces, su cámara ha sido un puente entre lo cotidiano y lo ancestral, entre el instante y la memoria. Cada composición en blanco y negro parece contener un secreto que solo se revela a quienes saben detenerse a mirar.

La mexicanidad en cada imagen

La obra de Garduño se sumerge en el país con curiosidad y respeto. Sus retratos, sus naturalezas muertas y sus paisajes son más que fotografías: son ceremonias visuales que celebran la vida, la muerte, la tradición y la espiritualidad. Desde los rituales indígenas hasta la arquitectura popular, su trabajo es un homenaje a lo que nos define como mexicanos, a la riqueza de nuestras raíces y a la poética que habita en lo cotidiano.

Obsesiones que hablan sin palabras

Flor Garduño tiene obsesiones que se perciben sin que ella las declare: la fuerza de la mujer, la textura de la tierra, la presencia de lo místico en lo real. Su cámara se detiene en los gestos, en los objetos, en los animales, en la luz que cae y que transforma todo en poesía visual. Cada imagen es un diálogo silencioso entre lo que está frente a la lente y lo que permanece invisible.

Premios y reconocimiento internacional

Su mirada no ha pasado desapercibida. Garduño ha recibido el Premio Kodak Alemania, el Premio Sor Juana del Museo Nacional de Arte Mexicano en Chicago y la Medalla al Mérito Fotográfico en el Encuentro Nacional de Fototecas en 2024. Sus obras han sido exhibidas en museos y galerías de todo el mundo, consolidando su relevancia en la fotografía contemporánea y en la representación de México ante el mundo.

Publicaciones que trascienden generaciones

Entre sus libros más reconocidos está Testigos del tiempo (1992), donde documenta tradiciones indígenas con una sensibilidad única, y Senderos de vida (2024), una recopilación que recorre cuatro décadas de su trabajo, mostrando la evolución de su mirada y su relación con la cultura, la naturaleza y lo humano. Cada página es un espacio de contemplación, una invitación a descubrir lo que a menudo pasa desapercibido.

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La actualidad de una mirada eterna

Hoy, Flor Garduño trabaja en Tepoztlán, Morelos. Su estudio es un refugio donde la luz y la sombra se encuentran, donde la memoria se vuelve tangible y donde su cámara sigue buscando lo que permanece invisible: la esencia de México, la esencia de la vida.


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Imagen de portada: Adhikara art gallery