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El 22 de septiembre, día y noche se igualan mientras el hemisferio norte da la bienvenida al otoño, acompañado de tradiciones, rituales y fenómenos astronómicos únicos

El 22 de septiembre de 2025, el hemisferio norte recibirá oficialmente el equinoccio de otoño. En este día, el Sol se ubica directamente sobre el ecuador terrestre y, por primera vez, la duración del día y la noche será prácticamente igual. Un instante de equilibrio que se repite año tras año, y que invita a mirar hacia arriba y hacia adentro.

¿Qué es el equinoccio de otoño?

El equinoccio marca el inicio del otoño y ocurre cuando la inclinación del eje terrestre coloca a ambos hemisferios en la misma posición respecto al Sol. El resultado es un balance perfecto de luz y oscuridad, un recordatorio silencioso de los ciclos que gobiernan nuestra existencia.

Aunque no se ve con los ojos como un eclipse o una conjunción de planetas, su presencia se percibe en la naturaleza: los días empiezan a acortarse, las noches se alargan y los ritmos de la tierra nos recuerdan que todo tiene su tiempo.

Rituales y tradiciones alrededor del equinoccio

El equinoccio siempre ha sido un momento de conexión. Diversas culturas han celebrado este instante con rituales de gratitud y equilibrio:

  • Ritual del laurel: colocar hojas de laurel al sol y usar el agua para limpiar espacios, simbolizando purificación y renovación.
  • Velas y flores: encender una vela blanca y otra verde, y decorar con flores frescas para atraer prosperidad y abundancia.
  • Carta de gratitud: escribir lo que se agradece del ciclo que termina y lo que se desea para el próximo.

Estas prácticas, simples y profundas, nos recuerdan que la observación del cielo no es solo un ejercicio visual, sino también un diálogo con nuestro propio ritmo interno.

El equinoccio en la historia y la cultura

Desde tiempos antiguos, la humanidad ha mirado al cielo buscando señales y sentido:

  • En Europa celta, el equinoccio de otoño se celebraba como Mabon, una festividad que agradecía la cosecha y preparaba para el invierno.
  • En Mesoamérica, civilizaciones como los mayas y aztecas construyeron monumentos alineados con los equinoccios. En Chichén Itzá, la luz crea la serpiente de Kukulkán, un puente simbólico entre cielo y tierra.
  • Para otras culturas, la observación de los planetas y la Luna servía como guía de rituales y decisiones políticas o agrícolas.

El equinoccio nos recuerda que la historia de la humanidad está tejida con los movimientos de los astros, y que mirar al cielo siempre ha sido un acto de conexión profunda.

Cómo aprovechar el equinoccio

Aunque no se ve como un espectáculo de luces, el equinoccio ofrece momentos únicos para la observación y la reflexión:

  • Observar el amanecer y el atardecer: el Sol sale casi por el este y se pone casi por el oeste, un fenómeno que ocurre solo en equinoccios.
  • Conectarse con la naturaleza: caminar, meditar, estar al aire libre en este día o simplemente recordar que somos parte de nuestro propio entorno, y que como él, también tenemos ciclos. 

En el equinoccio, la tierra y el cielo se alinean, recordándonos que todo tiene su tiempo y que los cambios son parte del ritmo natural. Es un momento para mirar al cielo, hacia afuera y hacia adentro, en busca de equilibrio y claridad.


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Imagen de portada: Alef