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Mauricio Fernández dejó un legado tan excéntrico como fascinante en el Museo La Milarca: entre sus rarezas destacan el anillo de Hernán Cortés, huevos de velocirraptor, fragmentos de meteorito y cabezas encogidas.

Mauricio Fernández Garza, empresario, político y tres veces alcalde de San Pedro Garza García, falleció este 23 de septiembre de 2025 a causa de cáncer. Más allá de su trayectoria pública y empresarial, Fernández fue un coleccionista obsesivo que dejó como legado un museo singular: La Milarca, espacio que resguarda su propio gabinete de curiosidades.

¿Qué es un gabinete de curiosidades?

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Los "gabinetes de curiosidades" —o Wunderkammer), como se les llamó en la Europa renacentista— nacieron en los siglos XVI y XVII. Eran espacios donde nobles, eruditos y comerciantes reunían objetos raros, exóticos o misteriosos: fósiles, minerales, animales disecados, piezas arqueológicas, instrumentos científicos o arte extranjero.

No eran simples colecciones. Estos gabinetes cumplían una doble función: mostraban el conocimiento del mundo y, al mismo tiempo, el poder y estatus de su dueño. Eran los antecesores de los museos modernos, donde la ciencia, el arte y lo fantástico convivían bajo un mismo techo.

El gabinete de La Milarca

En San Pedro Garza García, Nuevo León, Fernández construyó un museo que replica su propia casa: La Milarca. Dentro de este recinto, uno de los espacios más llamativos es su Gabinete de las Maravillas, ubicado en un nivel subterráneo y compuesto por más de 400 piezas.

Allí conviven fósiles, minerales, meteoritos, arte y reliquias históricas. El gabinete está organizado como en los tiempos antiguos:

  • Naturalia, con fósiles y especímenes de millones de años
  • Artificialia, con obras de arte y objetos manufacturados
  • Exotica, con piezas de culturas lejanas, rarezas antropológicas y meteoritos de miles de millones de años
  • Scientifica, con objetos que dialogan con la investigación y el asombro científico.

Piezas destacadas

El gabinete de Mauricio Fernández reúne piezas que parecen sacadas de un catálogo de maravillas renacentistas:

  • Un cráneo casi completo de Tyrannosaurus Rex.
  • Huevos de velociraptor y fósiles de ictiosaurios.
  • Un meteorito chino de 4,300 millones de años, además de fragmentos de otros meteoritos que cayeron en distintas partes del mundo.
  • La espada y el anillo atribuidos a Hernán Cortés, reliquias históricas cargadas de simbolismo.
  • Cabezas humanas encogidas de origen amazónico, piezas raras que recuerdan la fascinación antigua por lo exótico.
  • Obras como Los alcatraces de Diego Rivera y un autorretrato de Frida Kahlo.
  • El museo también resguarda el fósil del Mauriciosaurio fernandezsi, hallazgo paleontológico nombrado en honor al propio Fernández, descubierto en Vallecillo, Nuevo León.

Un legado más allá de la política

Con La Milarca y su gabinete de curiosidades, Mauricio Fernández Garza buscó recrear la experiencia renacentista de explorar la maravilla y el conocimiento. Su colección mezcló ciencia, arte e historia con un toque de obsesión personal por lo raro y lo extraordinario.

Su muerte deja en suspenso el futuro de este proyecto, pero también abre la puerta a mirar su legado bajo otra luz: no solo como político o empresario, sino como uno de los grandes coleccionistas en México, un hombre que construyó un museo para desafiar el tiempo y reunir en un solo espacio lo que siglos de historia, naturaleza y humanidad dejaron atrás.


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Imagen de protada: Museo la Milarca