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Un avance en física cuántica que podría revolucionar óptica, comunicaciones y hasta la seguridad digital

Ya es posible mirar el tiempo, aunque solo sea a través de un cristal. Un equipo de científicos logró crear el primer cristal de tiempo visible a simple vista, usando cristales líquidos y luz. Esto no es ciencia ficción: es un avance que combina teoría y materialidad de manera tangible, y abre nuevas posibilidades en óptica, comunicaciones y seguridad digital.

El hallazgo, liderado por Hanqing Zhao e Ivan Smalyukh en la Universidad de Colorado Boulder, demuestra que estos cristales, antes observados solo en sistemas cuánticos complejos, pueden existir y mantenerse en condiciones normales, a temperatura ambiente y con materiales cotidianos. Publicado en Nature Materials, el estudio muestra un cristal cuya estructura no solo se repite en el espacio, sino también en el tiempo, generando un “tic-tac” interno sin necesidad de intervención externa.

Aclaremos esto: un cristal de tiempo no viaja al pasado ni al futuro. Tampoco hace que veas el tiempo literalmente. Lo que ocurre es que su estructura cambia siguiendo un patrón que se repite de manera periódica, como un ritmo interno constante. Así como un cristal normal tiene un patrón que se repite en el espacio, este lo hace en el tiempo, sin que nadie lo obligue a hacerlo.

¿Cómo funciona? Los investigadores colocaron una capa de cristal líquido nemático entre dos placas de vidrio recubiertas con un tinte fotosensible. Al iluminarlo con luz azul polarizada, las moléculas del tinte cambian la orientación del cristal líquido, formando patrones que oscilan de manera regular en espacio y tiempo. Estos patrones, llamados solitones topológicos, pueden observarse directamente con un microscopio óptico e incluso a simple vista, como rayas de color que ondulan suavemente y mantienen su ritmo durante horas.

Lo sorprendente no es solo que sean visibles, sino que estos cristales se recuperan tras perturbaciones y conservan su oscilación sin intervención externa. La clave está en la interacción colectiva de los solitones, que funcionan como un “pegamento” que mantiene la estructura estable incluso frente a cambios en luz o temperatura.
Más allá de la curiosidad científica, el descubrimiento tiene potencial tecnológico: desde nuevas lentes y moduladores de luz hasta sistemas anticopia basados en patrones espacio-temporales únicos. Podría aplicarse también en generadores de números aleatorios y códigos de barras espacio-temporales, superando la densidad de información de los sistemas actuales.

Este cristal de tiempo demuestra que la materia puede organizarse de formas que apenas comenzamos a imaginar, y que fenómenos antes limitados al mundo cuántico podrían tener su versión en nuestro entorno cotidiano. Es un vistazo a un universo donde el tiempo no solo pasa, sino que se puede ver y medir.


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Imagen de Portada: ABC