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La escritora irlandesa destinará los ingresos de sus obras a financiar al grupo, pese a que fue catalogado como organización terrorista por el Gobierno británico

La escritora irlandesa Sally Rooney ha puesto al Gobierno de Keir Starmer contra las cuerdas. La autora, considerada una de las voces literarias más influyentes de su generación, anunció que los ingresos derivados de sus libros y de sus adaptaciones televisivas se destinarán a financiar a Acción Palestina, organización recientemente declarada terrorista por el Ministerio del Interior británico.

El gesto no solo supone un desafío abierto a Downing Street, sino que también compromete a la BBC, que sigue transmitiendo con éxito la serie Gente Normal. Según la ley británica, el simple apoyo a un grupo prohibido puede considerarse delito.

Rooney defendió su postura en una columna para The Irish Times:

“Si el Estado británico considera esto terrorismo, debería investigar a las organizaciones que promueven mi trabajo, como WH Smith o la BBC”, escribió.

La decisión de la autora coincide con un ambiente de tensión creciente en el Reino Unido. El 9 de agosto, más de 15 mil personas se manifestaron frente al Parlamento en apoyo a Acción Palestina; más de 700 fueron detenidas, la mayoría ciudadanos de edad avanzada. El Gobierno insiste en que la organización ha cometido actos de sabotaje contra intereses militares y armamentísticos de Israel, aunque sin atacar directamente a personas.

El caso de Rooney agrava una herida política y cultural: mientras el Gobierno endurece medidas bajo el pretexto de seguridad, voces del ámbito intelectual y artístico lo acusan de criminalizar la protesta. Figuras como Naomi Klein, Angela Davis y Judith Butler firmaron una carta abierta contra la decisión de Starmer, calificándola de ataque a las libertades fundamentales. Incluso personalidades judías, como el cineasta Mike Leigh, han señalado la medida como ilegítima y antiética.

No es la primera vez que Rooney se posiciona de manera polémica. En 2021 se negó a vender los derechos de traducción de su novela Dónde estás, mundo bello a una editorial israelí y respaldó abiertamente el movimiento BDS. Ahora, con su decisión más radical hasta la fecha, se convierte en un símbolo incómodo: entre la admiración de lectores que ven en ella una voz valiente y el riesgo legal de un Estado dispuesto a castigarla por sus convicciones.

La pregunta queda en el aire: ¿hasta dónde puede llegar un gobierno democrático en nombre de la seguridad, y hasta dónde puede llegar una escritora en nombre de la justicia?


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Imagen de portada: El país