Peter Thiel y el lado opaco del poder tecnológico en Washington
Política
Por: Yael Zárate Quezada - 08/12/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 08/12/2025
Junto con Elon Musk, una de las figuras clave en la política trumpista ha sido sin duda Peter Thiel, el millonario de Silicon Valley que funge como ideólogo de Donald Trump. En la biografía de Peter Thiel, los logros empresariales suelen contarse como jugadas maestras de ajedrez. Nacido en Alemania y criado en California, fue un prodigio del tablero antes de convertirse en cofundador de PayPal y uno de los primeros inversores en Facebook.
Pero detrás de la imagen de visionario Thiel no solo acumula capital sino influencia, y la ejerce con una discreción calculada.
Tras vender PayPal a eBay por 1,500 millones de dólares, fundó Palantir, una empresa de software que ha amasado más de 2,700 millones en contratos con el gobierno estadounidense, incluido el Pentágono. Para Thiel, el Estado dejó de ser un “estorbo” cuando se convirtió en cliente. El problema es que este puente entre Silicon Valley y Washington se ha construido con exfuncionarios que acaban en sus empresas y exempleados suyos que asumen cargos de alto nivel en la administración.
Principalmente, su inspiración intelectual proviene del filósofo René Girard y su teoría del deseo mimético, es decir, la idea de que imitamos los deseos ajenos, lo que alimenta rivalidades y violencia. Algunas versiones sugieren que este pensamiento alimentó el botón “me gusta” de Facebook, herramienta que ha potenciado la polarización en redes. Curiosamente, la solución que propone Thiel a esa violencia es elevar a unos pocos por encima de todos un modelo que encaja demasiado bien con su propia posición en la cúspide.
Aunque se define como libertario, en 2016 financió en secreto la demanda contra el medio Gawker, en represalia por revelar su orientación sexual. Un acto que dejó claro que su defensa de la libertad de expresión se detiene cuando entra en juego su propia agenda. En su ensayo The Straussian Moment, incluso llega a cuestionar la solidez de la democracia liberal, sugiriendo que ha perdido la capacidad de defenderse y que el progreso económico ha debilitado sus cimientos.
Hoy, Thiel es un actor clave en la consolidación de una plutocracia tecnológica con presencia directa en la Casa Blanca, al apoyar figuras como J.D. Vance. Aunque para el gobierno en turno es todo un estratega, Thiel es un ejemplo de cómo el poder privado puede moldear la política tras bambalinas.