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El Parlamento israelí aprobó una moción no vinculante que promueve la anexión de Cisjordania, lo que profundiza la tensión en la región y aleja las posibilidades de paz duradera.


El Parlamento israelí aprobó este martes una moción simbólica para incluir en su agenda legislativa la anexión formal de Cisjordania, uno de los territorios más disputados del mundo. Con 71 votos a favor y apenas 13 en contra, la Knesset respaldó una resolución que, aunque no tiene efectos legales inmediatos, marca una intensificación en la narrativa nacionalista del gobierno y anticipa posibles pasos hacia una integración oficial de los territorios ocupados desde 1967.

La propuesta, impulsada por legisladores de los partidos Likud, Sionismo Religioso y Yisrael Beytenu, declara que regiones como Judea, Samaria y el Valle del Jordán son “parte inseparable de la patria histórica del pueblo judío”, al tiempo que insta al gobierno a aplicar la “soberanía israelí” sobre esas zonas.

En este sentido, Amir Ohana, presidente de la Knesset, fue una de las voces más que más celebraron tras la aprobación.  Según él, la ocupación no comenzó en 1967, sino que, por el contrario, en esa fecha “terminó” y el territorio “fue devuelto a sus legítimos dueños”. Sus palabras apelaron a un discurso de unidad nacional basado en supuestas verdades históricas inamovibles: “Estamos aquí para quedarnos”.

Aunque la moción no obliga al ejecutivo de Benjamin Netanyahu a tomar decisiones concretas, sí representa una declaración de intenciones y un cambio de prioridades políticas. 

Desde el gabinete, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, uno de los líderes más influyentes del ala ultranacionalista, se declaró listo para ejecutar la anexión en cuanto el primer ministro lo disponga. 

Cisjordania, donde viven más de 500 mil colonos israelíes junto a cerca de tres millones de palestinos, ha estado bajo control militar israelí desde la Guerra de los Seis Días en 1967. Sin embargo, la Corte Internacional de Justicia ha sostenido que dicha ocupación es ilegal según el derecho internacional, y ha llamado en múltiples ocasiones al retiro de los asentamientos. 

El avance simbólico hacia la anexión refleja un giro más radical dentro de la política israelí, donde la expansión de los asentamientos y el discurso identitario dejan poco margen para los acuerdos de paz. La ausencia de partidos de centro e izquierda durante la votación demuestra, además, la fractura interna sobre el futuro de la región.

La decisión de incluir esta moción en la agenda parlamentaria revela una visión unilateral de la historia y del futuro, donde la coexistencia cede ante la imposición. Lamentablemente, cada paso en esta dirección aleja aún más cualquier posibilidad de justicia y reconciliación duradera.


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Imagen de portada: Getty Images