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En el mapa global, México es uno de los países que incliuye la dignidad animal en su Constitución.

Cada vez más países comienzan a replantearse el lugar que ocupan los animales no humanos dentro del entramado legal y ético de sus sociedades. Más allá de ser considerados como simples recursos o propiedades, distintas naciones han decidido incluir en sus constituciones el reconocimiento de su dignidad, su capacidad de sentir y el deber del Estado de protegerlos. Este giro representa un avance  jurídico y una transformación cultural en la forma en que entendemos nuestra relación con las demás formas de vida.

En este contexto, México se ha unido al reducido grupo de países que han dado un paso decisivo hacia el reconocimiento constitucional del bienestar animal. Fue a finales del año anterior que se incorporaron tres reformas a la Carta Magna lo que marca un un antes y un después en la historia del movimiento animalista nacional, y sienta las bases para una futura ley federal de protección integral.

El artículo 3º ahora establece que los planes y programas educativos deberán incluir la protección animal, reconociendo que la formación desde la infancia es fundamental para erradicar la crueldad hacia otros seres vivos. Por su parte, el artículo 4º garantiza la protección, el cuidado y la conservación de los animales, además de prohibir expresamente el maltrato. Finalmente, el artículo 73º otorga al Congreso de la Unión la facultad de legislar en materia de protección animal, al permitir  que estas ideas se traduzcan en leyes federales con alcance real.

Este tipo de reformas coloca a México en un grupo selecto de países cuya visión constitucional trasciende al ser humano. Bolivia, por ejemplo, ha sido pionera en considerar a los animales como parte de la biodiversidad y como individuos; Ecuador reconoce su derecho a ser protegidos; y naciones como República Dominicana, Cuba y Angola también los mencionan como elementos fundamentales del ecosistema.

Más allá de América Latina, países africanos como Kenia y Guinea Ecuatorial han establecido el deber del Estado de velar por el bienestar animal, mientras que en Asia, Camboya, China y Egipto también consagran en sus constituciones el respeto hacia las demás especies. Alemania, Luxemburgo e India —la primera nación en hacerlo, en 1976— han sido clave en la evolución de este enfoque legal. Suiza, incluso desde 1922, reconoce la dignidad de todas las criaturas vivientes.

Que los animales estén presentes en los textos constitucionales no es un gesto simbólico menor, pues se trata de reconocer que no son propiedad ni recursos, sino individuos con intereses, necesidades y una dignidad propia. 

La inclusión de los animales en la Constitución mexicana no cambia las cosas de inmediato, pero abre un camino legal y cultural hacia otro tipo de relación con la vida. 


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Imagen de portada: Geortge Peters / Getty Images