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Después de 44 años tras las rejas, Kenya, la última elefanta en cautiverio en Argentina, fue trasladada a un santuario en Brasil. El país marca un antes y un después en el trato hacia los animales.

Durante décadas, su figura solitaria habitó un recinto del ex-zoológico de Mendoza. Kenya, una elefanta africana que llegó a Argentina con apenas cuatro años como parte de un acuerdo con un parque en Alemania, creció lejos de su manada, de su hábitat natural y de cualquier posibilidad de vida digna. Hoy, a sus 48 años, Kenya deja atrás las rejas y emprende un viaje que no solo la libera a ella, sino que también simboliza el fin del cautiverio de elefantes en todo el país.

El traslado comenzó esta semana: recorrerá 3,600 kilómetros hasta llegar al Global Sanctuary for Elephants en Brasil, un espacio de 1,500 hectáreas donde, por primera vez en décadas, podrá vivir entre otros elefantes y moverse libremente por un entorno que respeta sus necesidades como especie. El trayecto durará unos cinco días y será supervisado en todo momento por un equipo veterinario especializado.

La noticia no es menor. Con la partida de Kenya, Argentina se convierte en un país libre de elefantes en cautiverio. Se cierra así una etapa de más de un siglo en la que estos animales fueron reducidos a piezas de exhibición en zoológicos, alejados de sus vínculos familiares y sometidos a entornos artificiales que afectaron gravemente su salud física y emocional.

Este hecho marca algo más profundo que un traslado. Es una señal de cambio. Una muestra de que la sociedad empieza a abandonar esa lógica que trataba a los animales como recursos de entretenimiento, y comienza a reconocerlos como lo que son: seres con emociones complejas, memoria, vínculos afectivos y derecho a la libertad.

Kenya fue la última, pero no la única en vivir esta transición. En años recientes, otros ejemplares en Argentina fueron también liberados o trasladados a santuarios. Sin embargo, su caso resuena con fuerza porque cierra un ciclo. Porque recuerda que ningún espectáculo justifica el sufrimiento. Porque nos obliga a repensar la relación que tenemos con otras especies.

Aún queda mucho por hacer. Tan solo en Europa hay decenas de elefantes encerrados —unos 37 en España, según cifras recientes—. Pero hoy, Argentina celebra. No por un número, sino por un acto de justicia hacia una vida que nunca debió ser enjaulada.

Hoy, Kenya es libre. Y con ella, se libera también un país de una vieja forma de mirar a los animales.


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Imagen de portada: Revista Gente