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La UNAM investiga los efectos de la moringa en la glucosa, la presión arterial y el sistema inmune. Sus hojas podrían prevenir tumores y fortalecer la salud desde lo cotidiano.

En un mundo donde la medicina corre para alcanzar a las enfermedades, algunas respuestas siguen brotando desde la tierra. La moringa oleifera —ese árbol de nombre discreto y hojas poderosas— ha sido estudiada por la UNAM por sus múltiples propiedades. Y aunque aún no puede considerarse una cura milagrosa, lo cierto es que su potencial nutricional y terapéutico ya no pasa desapercibido.

Originaria de la India y Pakistán, la moringa ha echado raíces también en México, particularmente en regiones cálidas como la Costa del Pacífico y la Depresión del Balsas. Es allí donde su historia comienza a entrelazarse con la investigación científica.

Más que una planta: una promesa en desarrollo

Según el doctor Mark Olson, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, las hojas de moringa contienen un valor nutricional que sorprende: proteínas similares a las de la leche en polvo, además de vitamina A, vitamina C y aminoácidos esenciales. Pero eso es solo el comienzo.
Estudios recientes señalan que la moringa podría:

  • Regular la glucosa en sangre, actuando como aliada potencial en el control de la diabetes.
  • Combatir bacterias resistentes, como la Helicobacter pylori, vinculada a infecciones gástricas.
  • Prevenir tumores incipientes, estimulando enzimas capaces de desactivar células anómalas, al menos en estudios realizados con animales.
  • Enriquecer la nutrición, gracias a su alta concentración de antioxidantes y compuestos bioactivos sin interferir con la digestión.
  • Regular la presión arterial, por su efecto hipotensivo documentado en ciertas pruebas de laboratorio.

Aunque estos beneficios parecen prometedores, el propio Olson subraya que aún no existen estudios clínicos concluyentes en humanos que validen su eficacia para tratar enfermedades como el cáncer o la hipertensión. La moringa no es un atajo. Es un recurso. Uno valioso, pero que debe consumirse con criterio.

¿Cómo consumirla sin caer en la trampa del marketing?

Su creciente popularidad ha dado lugar a una variedad de formas de consumo, pero no todas son iguales en términos de beneficio:
Hojas frescas, ideales para infusiones o ensaladas.

  • Polvo de hoja seca, útil en licuados o sopas.
  • Té, como infusión antioxidante cotidiana.
  • Cápsulas, muy populares, pero muchas veces sin valor nutricional real, según advierte Olson.
  • Aceite, usado en cocina y cosmética, aunque su aplicación médica aún no está bien respaldada.

Ciencia, salud y sentido común

El consumo de moringa debe ir acompañado de una supervisión médica. No es una panacea, ni sustituye una dieta balanceada ni la actividad física. Pero en un país donde el acceso a la salud sigue siendo desigual, su potencial como suplemento alimenticio con beneficios reales la convierte en una aliada digna de ser tomada en serio.

La investigación en torno a este árbol sigue en marcha, con especialistas desarrollando variedades adaptadas a las distintas regiones de México para maximizar sus cualidades. La naturaleza sigue hablando. Y algunas veces —como en el caso de la moringa— lo hace con argumentos sólidos.


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Imagen de portada: BBC