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Morelia 2025: lo que debes saber del Festival Internacional de Cine que impulsa al talento mexicano

Arte

Por: Carolina De La Torre - 06/17/2025

El Festival Internacional de Cine de Morelia celebra su edición 23 del 10 al 19 de octubre de 2025. Te contamos su historia, lo más destacado de esta edición y por qué sigue siendo clave para el cine mexicano.

El cine mexicano ha tenido muchas trincheras, pero pocas tan consistentes como el Festival Internacional de Cine de Morelia. Nació en 2003, pero su historia se gestó antes: en las Jornadas de Cortometraje Mexicano que Daniela Michel organizaba en la Cineteca Nacional desde 1994. Fue hasta que Morelia ofreció algo más que arquitectura virreinal –una plataforma real, descentralizada, con visión de futuro– que la idea se materializó.

Desde entonces, el FICM ha sido eso: un espacio donde el cine hecho en México no solo se proyecta, sino que se conversa, se premia y se impulsa. Su evolución ha sido gradual pero estratégica. Primero fueron cortometrajes y documentales. Luego, la sección Michoacana. Después vinieron las óperas primas y, más tarde, los largometrajes de cineastas ya consolidados. Para muchos directores que hoy suenan en Cannes, Morelia fue el primer escenario serio donde sus historias encontraron público.

Ahora, en su edición número 23, el FICM 2025 mantiene su columna vertebral: impulsar al cine mexicano en todas sus formas. Se celebrará del 10 al 19 de octubre, unos días después de lo habitual, en un ajuste pensado para equilibrarse con otros festivales y agendas internacionales. Esto abre la puerta a más presencias clave, tanto del circuito global como nacional.

En cuanto a la selección oficial, regresan las secciones que han delineado la identidad del festival: Cortometraje Mexicano, Documental Mexicano, Largometraje Mexicano, y la imprescindible Sección Michoacana. Este año, se registró una participación récord de proyectos, lo que refuerza el papel del FICM como termómetro de lo que está vibrando dentro del cine independiente y autoral en el país.

Además, se mantiene el programa Impulso Morelia, que ofrece apoyo a la postproducción de proyectos mexicanos en desarrollo, y el Laboratorio de Cine Indígena y Afrodescendiente, uno de los pocos espacios del país que fomenta la producción desde miradas diversas. También continúan los concursos de guion, las funciones comunitarias gratuitas en barrios de la ciudad, y los talleres para jóvenes realizadores, diseñados para formar público y creadores.

Uno de los nombres más esperados este año es el de Lila Avilés, quien forma parte del jurado y presentará un adelanto de su nuevo proyecto. También se esperan funciones especiales con trabajos recientes de Carlos Reygadas y Tatiana Huezo, dos cineastas que han tenido vínculos constantes con el festival.

Morelia no es solo una ciudad donde se hace cine: es una ciudad que ya entiende su relación con el cine como parte de su propia identidad. El festival no solo activa cines y plazas; activa conversaciones, redes, públicos nuevos y rutas de producción. Y mientras lo hace, posiciona al cine mexicano ante la mirada del mundo. Desde 2008, sus cortos ganadores califican para el Oscar, y más de un realizador ha visto despegar su carrera gracias a este respaldo.

Lo que distingue al FICM de otros festivales no es el glamour ni la cantidad de alfombras, sino su insistencia en construir algo más profundo: una comunidad que piensa, produce y defiende el cine hecho aquí. En un país donde muchas iniciativas culturales se diluyen o giran hacia lo comercial, Morelia sigue apostando por el fondo.


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Imagen de portada: Cartel oficial