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Mucho antes de que América fuera nombrada por los europeos, los pueblos originarios ya la conocían como Ixachitlan, Abya Yala o Anawak

Antes de ser América, este continente tenía nombres que hablaban de su vitalidad, profundidad y conexión con el universo. Nombres que nacieron del entendimiento indígena del mundo, mucho antes de que los europeos impusieran sus mapas y categorías. Dos de estos nombres, Abya Yala e Ixachitlan, han resistido el tiempo y hoy resurgen como emblemas de memoria, dignidad y resistencia.

En la cosmovisión náhuatl, Ixachitlan significa “lugar de la gran tierra”, pero también puede entenderse como “universo” o “mundo”. El Gran Diccionario Náhuatl de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) incluso le atribuye significados como “abismo” o “cosa muy honda o profunda”. Para los pueblos mexicas, Ixachitlan era la manera de nombrar al continente entero, un espacio sagrado e inmenso donde todo estaba interconectado. 

Mientras tanto, en los territorios que hoy conocemos como Panamá y Colombia, el pueblo kuna ya nombraba esta tierra como Abya Yala, que significa “tierra madura”, “tierra viva” o “tierra en florecimiento”. Este concepto ha sido retomado por múltiples movimientos indígenas para referirse al continente sin aceptar los nombres heredados del colonialismo europeo.

El término Abya Yala no es una simple alternativa a “América”, es una declaración de identidad. Según documenta la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), fue adoptado oficialmente por organizaciones indígenas en cumbres continentales desde 2004, y con mayor fuerza a partir de 2007, cuando los pueblos originarios decidieron crear un espacio común de coordinación llamado “Coordinación Continental de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas de Abya Yala”. 

Durante la década de 1970, este nombre fue impulsado por activistas, teólogos, políticos, historiadores y líderes indígenas que lo preferían a los términos como “América Latina” o “Hispanoamérica”, etiquetas que, aunque útiles geográficamente, perpetúan divisiones impuestas desde afuera. 

Finalmente, según refiere el investigador Frank Díaz a propósito del nombre Anawak: 

Anawak, españolizado como Anáhuac, es el nombre que le dieron sus moradores a la cuenca cultural mesoamericana, la cual abarca desde la mitad norte de Centroamérica, hasta la mitad sur de los Estados Unidos, e irradió su influencia mucho más allá. Anáwak fue una de las 7 civilizaciones madre u originales de la humanidad, en el presente ciclo civilizatorio (las otras fueron, en orden de aparición: Mesopotamia, Tawantinsuyu, Egipto, China, India y la civilización minoica).

 

Recordar estos nombres es una invitación a ver con otros ojos el lugar que habitamos, a reconocer que la historia de este continente no comenzó con Colón ni con las banderas de las potencias imperiales. Porque América, antes de ser América, ya tenía nombre y tenía alma.


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Imagen de portada: Getty Images