*

Respirar bien en tiempos de contingencia: salud nasal, conciencia y resiliencia en la era del aire contaminado

Salud

Por: Mateo León - 05/29/2025

Cuidar la salud nasal en tiempos de contaminación va más allá de la higiene: es una práctica consciente que transforma cuerpo, mente y bienestar.

En las grandes ciudades de México, respirar se ha convertido en un acto que exige atención, casi resistencia. Los días de alta contaminación traen consigo síntomas que parecen menores —congestión, estornudos, irritación— pero que poco a poco van mermando la vitalidad y el ánimo. Frente a este panorama, cuidar de la salud nasal ya no es solo una cuestión de higiene, sino de autocuidado profundo y de conexión con nuestro cuerpo.

La nariz es el primer filtro de defensa frente al mundo exterior. Y en tiempos donde el aire viene cargado de partículas dañinas, alérgenos y toxinas, este filtro se satura, pierde eficacia y deja entrar lo que debería rechazar. Los especialistas coinciden: una rutina de higiene nasal diaria, especialmente durante contingencias ambientales, puede marcar la diferencia entre el desgaste constante y la recuperación consciente.

En este contexto, productos como Stérimar, una solución nasal natural a base de agua de mar, se han convertido en aliados esenciales. Con más de 25 años en México, su propuesta es simple pero poderosa: limpiar, aliviar y proteger las vías respiratorias con suavidad, sin agresiones químicas. Su uso sencillo lo convierte en una herramienta cotidiana, especialmente para personas sensibles a los cambios del entorno o para quienes no pueden evitar la exposición constante al exterior.

Pero más allá del producto, la práctica de respirar conscientemente tiene raíces mucho más profundas. Desde tiempos antiguos, culturas orientales como el hinduismo o el tantra han considerado la respiración como una vía hacia el equilibrio cuerpo-mente. Hoy, la ciencia no sólo confirma esta visión ancestral, sino que la enriquece con hallazgos fascinantes: un estudio realizado por José Herrero y Ashesh Mehta, en Nueva York, demostró que la respiración consciente modifica directamente la actividad cerebral, activando zonas relacionadas con la regulación emocional, la memoria y el estado de alerta.

Esto sugiere algo poderoso: al respirar con atención, no sólo oxigenamos el cuerpo; también transformamos la mente. La respiración se convierte así en una llave hacia el dominio interno, hacia la calma, la creatividad, la resiliencia. Un puente entre el caos del exterior y el orden que podemos cultivar adentro.

El libro Respira: la nueva ciencia de un arte olvidado, de James Nestor, así como el trabajo de figuras como Patrick McKeown, Robert Litman o el propio Andrew Huberman en Stanford, han popularizado prácticas de respiración que hoy se estudian no sólo por su impacto en el estrés, sino también en el insomnio, el rendimiento físico, la función inmune y la claridad mental.

Haz clic en este enlace o en la imagen para encontrar el libro

Un ejemplo: al respirar por la nariz (y no por la boca), el cuerpo genera óxido nítrico, un gas con propiedades antivirales, que mejora la circulación y la oxigenación celular. Respirar despacio, de forma equilibrada, incluso con una mascarilla puesta, no sólo reduce la sensación de agobio: entrena al sistema nervioso para mantenerse en un estado más relajado y eficiente.

En una época donde la contaminación del aire se ha vuelto una de las principales causas de muerte a nivel global —más aún que otras crisis visibilizadas—, el derecho a respirar bien se convierte en un acto político, espiritual y terapéutico.

Así, cuidar la salud nasal no es solo limpiar la nariz: es recuperar el arte de respirar como medicina, como práctica consciente, como forma de estar en el mundo con más lucidez, calma y resistencia.