El papamóvil se convertirá en una clínica ambulante para los niños de Gaza: el último gesto del papa Francisco
Sociedad
Por: Mateo León - 05/06/2025
Por: Mateo León - 05/06/2025
El pontificado de Francisco no terminó del todo con su muerte: su legado sigue rodando, literalmente, hacia las zonas más devastadas del planeta. A modo de testamento humanitario, el papa pidió que su icónico papamóvil —el vehículo desde el cual saludó a millones de fieles en todo el mundo— fuera transformado en una clínica móvil para los niños de Gaza, víctimas silenciosas de una guerra que parece no tener fin.
La iniciativa fue su último deseo, y ahora comienza a hacerse realidad bajo la coordinación de Caritas Jerusalén, con apoyo de Caritas Suecia. El vehículo ya está siendo adaptado con kits de diagnóstico, vacunas, instrumental médico, suturas y suministros de emergencia. Una vez que se restablezca el acceso humanitario, será operado por personal médico y recorrerá las áreas más aisladas de la Franja de Gaza, donde casi un millón de niños desplazados carecen de atención básica.
Para Francisco, los niños jamás fueron números. “Son rostros. Nombres. Historias. Y cada uno es sagrado”, repetía. Hoy, esas palabras se traducen en una acción concreta que lleva su firma espiritual, incluso después de su muerte.
En tiempos donde los símbolos suelen estar vacíos, este vehículo dice más que mil sermones. “No es solo un medio de transporte”, dijo Peter Brune, secretario general de Caritas Suecia. “Es un mensaje: el mundo no ha olvidado a los niños de Gaza”.
Las imágenes difundidas muestran al antiguo papamóvil en plena transformación. Donde antes había asientos para saludar a multitudes, ahora habrá camillas, medicinas y manos listas para sanar. Un artefacto de fe convertido en instrumento de cuidado.
Anton Asfar, de Caritas Jerusalén, recordó que Francisco siempre mostró una cercanía genuina hacia los más vulnerables. “Este vehículo representa el amor y la compasión que él expresó durante toda la crisis”.
Mientras muchos líderes se despiden con monumentos, Francisco eligió regalar movimiento, medicina y memoria. En un mundo donde la infancia suele quedar enterrada bajo los escombros del poder, esta clínica ambulante se convierte en una señal viva de que otra Iglesia —más humilde, más radicalmente humana— aún es posible.
Y en cierto modo también es una invitación a no olvidar.