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La nueva adaptación de Netflix revive la obra maestra de Héctor Germán Oesterheld, un cómic nacido en la resistencia y teñido por las ausencias de una dictadura que devoró a su autor y a sus hijas. A medio siglo de su publicación, la nevada mortal vuelve a caer, cargada de memoria y denuncia.

Netflix acaba de estrenar la esperada adaptación de El Eternauta, uno de los relatos gráficos más influyentes del siglo XX. Pero esta no es solo una serie de ciencia ficción sobre una nevada mortal y una invasión extraterrestre: detrás de su narrativa se esconde una de las denuncias políticas más crudas del arte argentino. Su creador, Héctor Germán Oesterheld, fue desaparecido por la dictadura militar junto con sus cuatro hijas.Hoy, su historia resuena con una fuerza renovada en un país donde la memoria sigue siendo un campo de batalla.

Un origen que anticipaba el terror

Publicada por primera vez entre 1957 y 1959 en la revista Hora Cero, El Eternauta fue escrita por Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López. Aunque en un inicio fue leída como un relato de ciencia ficción, ya desde sus primeras páginas era evidente que el mensaje iba más allá del entretenimiento. La historia transcurre en Buenos Aires, donde una nevada radiactiva empieza a exterminar a la población. El protagonista, Juan Salvo, se convierte en el líder accidental de un grupo de resistencia que enfrenta una amenaza invisible.

En 1969, Oesterheld reescribió la historia junto con el dibujante Alberto Breccia, y esta versión dejó mucho más clara su postura: la ciencia ficción era solo una excusa para hablar de la represión, el autoritarismo y la importancia del pueblo organizado frente a las fuerzas que lo quieren someter.

La tragedia de Oesterheld y el eterno retorno de la memoria

Durante los años setenta, Héctor Germán Oesterheld se vinculó con la agrupación guerrillera Montoneros. En 1977 fue secuestrado por la dictadura militar. Sus cuatro hijas también fueron desaparecidas, dos de ellas embarazadas. Ninguno de ellos fue visto con vida de nuevo. Hoy, las Abuelas de Plaza de Mayo siguen buscando a sus nietos nacidos en cautiverio. La historia de El Eternauta quedó marcada por esta tragedia: su mensaje de resistencia no es ficción, es historia real disfrazada de cómic.

Con el estreno de la serie, el gobierno argentino ha retomado los esfuerzos por encontrar a los descendientes de Oesterheld. Organizaciones como H.I.J.O.S. y las Abuelas han usado este momento para insistir en que el pasado sigue abierto, y que la cultura puede ser una herramienta de reparación, pero también de denuncia.

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La serie: entre la distopía y el espejo nacional

Dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín, la versión de Netflix traslada la historia a un Buenos Aires contemporáneo. Aunque respeta la esencia de la obra, el tono es claramente más político. Las escenas de persecución, miedo y organización civil no pueden separarse del eco de las dictaduras, las represiones y las luchas sociales argentinas.

Más que una historia de alienígenas, El Eternauta es un retrato sobre qué pasa cuando lo invisible se vuelve amenaza. Ya sea una nevada letal o un régimen militar, la lección sigue siendo la misma: la salida es colectiva, o no hay salida.

La serie no solo reactiva el interés por una historieta clave. También recuerda que las historias que importan son las que no dejan de doler.


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Imagen de portada: Proceso