Madres en México: Radiografía de la precariedad laboral en el país
Sociedad
Por: Yael Zárate Quezada - 05/07/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 05/07/2025
En México, ser madre sigue siendo un desafío que va mucho más allá del ámbito personal y es que esto implica una lucha constante contra estructuras laborales que penalizan, marginan y castigan la maternidad. Mientras el discurso social exalta a las madres cada 10 de mayo, la realidad cotidiana las enfrenta a condiciones laborales desiguales, salarios más bajos y un acceso limitado a servicios que deberían ser universales, como el cuidado infantil.
A pesar de que la presencia de mujeres en el mercado laboral ha crecido en las últimas décadas, convertirse en madre sigue representando un obstáculo para su desarrollo profesional. Este fenómeno ha sido nombrado por organismos internacionales como la penalización por maternidad, y tiene consecuencias que se extienden desde el ingreso económico inmediato hasta la calidad de vida en la vejez. En otras palabras, ser madre cuesta, y no solo en términos emocionales o físicos, sino en sueldos, ascensos y oportunidades.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un análisis realizado en 51 países, menos de la mitad de las mujeres con hijos menores de cinco años tenían empleo en 2015. Aunque esta cifra parece antigua, su importancia radica en que en apenas diez años, entre 2005 y 2015, la penalización por maternidad creció más de 38%. Aún no hay cifras actualizadas en 2025, pero los indicadores sociales en México no sugieren una mejora sustancial.
Pero no sólo es eso, las mujeres madres que logran conservar su trabajo enfrentan mayores obstáculos para ascender, acceder a puestos de dirección o recibir aumentos salariales. En los niveles más altos de responsabilidad, la desigualdad es aún más evidente, pues sólo una cuarta parte del personal directivo con hijos menores de seis años está compuesto por mujeres.
El problema se profundiza al considerar el acceso desigual a servicios de cuidado infantil. En México, la cobertura de guarderías públicas es insuficiente, y el costo de opciones privadas suele ser inaccesible para la mayoría. Esto obliga a muchas mujeres a reducir su jornada laboral, aceptar trabajos informales o incluso abandonar el mercado laboral por completo. Mientras tanto, las familias con mayores ingresos pueden pagar por servicios de cuidado y seguir desarrollándose profesionalmente. Así, la maternidad termina por reforzar las brechas sociales ya existentes.
En términos económicos, las consecuencias son devastadoras. La OIT estima que las madres ganan en promedio 20% menos que sus colegas hombres, incluso cuando desempeñan funciones similares. Esta brecha, lejos de reducirse, se agrava con el tiempo.
Esta desigualdad salarial tiene efectos acumulativos. Menores ingresos implican también menor acceso a seguridad social, menos ahorros para la vejez y, por lo tanto, mayor vulnerabilidad económica en la tercera edad.
Es muy lamentable que muchas madres mexicanas, al llegar a la etapa de retiro, enfrenten una doble precariedad: la que acumularon durante su vida laboral y la que impone un sistema de pensiones desigual.
A pesar de que existen leyes que protegen la maternidad en el trabajo, la falta de implementación efectiva de políticas públicas como horarios flexibles, licencias suficientes o espacios de lactancia, perpetúa la discriminación.
Ejercer la maternidad con responsabilidad en México, ha sido una tarea heroica no solo en el plano emocional, sino también en el económico, profesional y social. Y si bien el Día de las Madres es una fecha para celebrar, también es una oportunidad para exigir condiciones justas y equitativas para millones de mujeres que enfrentan solas —y sin red de apoyo— uno de los trabajos más exigentes de la vida que es la crianza.