Mujica en la ONU: Un grito contra la civilización del despilfarro
Sociedad
Por: Mateo León - 05/13/2025
Por: Mateo León - 05/13/2025
El 24 de septiembre de 2013, José Mujica, entonces presidente de Uruguay, pronunció uno de los discursos más memorables y conmovedores ante la Asamblea General de la ONU. En un mundo marcado por el consumismo desenfrenado, la desigualdad y la crisis ambiental, Mujica se presentó como la voz del sur, la voz de los olvidados y oprimidos, llevando un mensaje que resonó como un eco de conciencia ante los líderes del mundo.
[...] soy del sur y vengo del sur a esta Asamblea. Cargo inequívocamente con los millones de compatriotas pobres en las ciudades, en los páramos, en las selvas, en las pampas y en los socavones de la América Latina, patria común se está haciendo.
Con una voz cargada de indignación y desilusión, Mujica denunció la civilización del consumo, un sistema que prioriza la acumulación por encima de la vida misma.
Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales, y ocupamos el templo con el Dios Mercado. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas y tarjetas la apariencia de felicidad.
Para Mujica, la promesa de una vida basada en el consumo es una trampa que nos aleja de lo esencial, y advirtió sobre las consecuencias del consumismo desmedido:
Parecería que hemos nacido solo para consumir y consumir, y cuando no podemos cargamos con la frustración, la pobreza y hasta la autoexclusión.
En su discurso, señaló la contradicción fundamental de una civilización que promete una vida de abundancia pero destruye el planeta:
Lo cierto hoy, que para gastar y enterrar los detritos, en eso que se llama la huella de carbono por la ciencia, si aspiráramos en esta humanidad a consumir como un americano promedio son imprescindibles tres planetas para poder vivir.
Mujica vinculó el consumismo con la pérdida de la libertad y el tiempo de vida, elementos que, en su opinión, constituyen lo único realmente valioso para los seres humanos.
Prometemos una vida de derroche y despilfarro. En el fondo constituye una cuenta regresiva contra la naturaleza y contra la humanidad como futuro. Civilización contra la sencillez, contra la sobriedad, contra todos los ciclos naturales, pero peor: civilización contra la libertad que supone tener tiempo para vivir las relaciones humanas, lo único trascendente: amor, amistad, aventura, solidaridad, familia. Civilización contra el tiempo libre que no paga, que no se compra y que nos permite contemplar y escudriñar el escenario de la naturaleza.
Con un tono poético y desafiante, Mujica describió el ciclo interminable de la vida moderna, donde los seres humanos se convierten en meros engranajes del sistema económico:
El hombrecito promedio de nuestras grandes ciudades deambula entre las financieras y el tedio rutinario de las oficinas a veces atemperadas con aire acondicionado. Siempre sueña con las vacaciones y la libertad. Siempre sueña con concluir las cuentas, hasta que un día, el corazón se para y adiós. Habrá otro soldado cubriendo las fauces del mercado asegurando la acumulación.
Mujica denunció con fuerza el despilfarro de recursos en presupuestos militares, mientras millones viven en la pobreza:
Oigan bien queridos amigos, en cada minuto del mundo, en cada minuto se gastan dos millones de dólares de presupuestos militares en esta tierra, dos millones de dólares por minuto en presupuestos militares. La investigación médica de todas las enfermedades que ha avanzado enormemente, y es una bendición para la promesa de vivir unos años más, esa investigación, apenas cubre la quinta parte de la investigación militar. Este proceso del cual no podemos salir es ciego, asegura odio y fanatismo, desconfianza, fuentes de nuevas guerras y esto también derroche de fortunas.
En su intervención, vinculó la violencia estructural del capitalismo con la incapacidad política para crear acuerdos globales:
Hoy el mundo es incapaz de crear regulación planetaria a la globalización y esto es por el debilitamiento de la alta política (esa que se ocupa de todo). Por un tiempo vamos a asistir al refugio de acuerdos más o menos regionales que van a plantear un interno mentiroso Libre Comercio interno pero que en el fondo van a terminar construyendo parapetos proteccionistas supranacionales en algunas regiones del planetas. A su vez, van a crecer ramas industriales de importancia y servicios todos dedicados a salvar y a mejorar el Medio Ambiente.
En su discurso, Mujica no solo lanzó críticas, sino que también planteó propuestas para un cambio radical. Hizo un llamado a redefinir las prioridades humanas, poniendo la vida y el bienestar por encima del mercado:
Más claro: creemos que el mundo requiere a gritos reglas globales que respeten los logros de la ciencia que abunda, pero no es la ciencia la que gobierna el mundo. Se precisa, por ejemplo, una larga agenda de definiciones. ¿Cuántas horas de trabajo en toda la tierra? ¿Cómo convergen las monedas? ¿Cómo se financia la lucha global por el agua? Y contra los desiertos ¿cómo se recicla y se presiona contra el calentamiento global? ¿Cuáles son los límites de cada gran quehacer humano?
Para el expresidente uruguayo, la clave está en revalorizar el tiempo de vida humana, un bien que, según él, hemos malgastado en la búsqueda de cosas efímeras:
Piensen que la vida humana es un milagro, que estamos vivos por milagro y nada vale más que la vida. Y que nuestro deber biológico es por encima de todas las cosas respetar a la vida e impulsarla, crearla, procrearla y entender que la especie es nuestro nosotros.
Diez años después de su pronunciamiento, el discurso de Mujica en la ONU sigue siendo un grito de alerta contra el consumismo, la codicia y la pérdida de humanidad. Sus palabras resuenan con una claridad profética, recordándonos que la verdadera riqueza está en el tiempo y no en las cosas.
Civilización contra la sencillez, contra la sobriedad, contra todos los ciclos naturales, pero peor: civilización contra la libertad que supone tener tiempo para vivir las relaciones humanas, lo único trascendente: amor, amistad, aventura, solidaridad, familia. Civilización contra el tiempo libre que no paga, que no se compra y que nos permite contemplar y escudriñar el escenario de la naturaleza.
En un mundo donde las guerras continúan y la crisis climática se intensifica, el llamado de Mujica a replantear los valores de nuestra civilización cobra una urgencia renovada. Un recordatorio de que, como él mismo dijo, la vida es un milagro que no podemos permitirnos perder.
Encuentra en este enlace la transcripción completa del discurso