Por sus hábitos "masculinos", hombres emiten más carbono que las mujeres (ESTUDIO)
Sociedad
Por: Yael Zárate Quezada - 05/19/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 05/19/2025
El mundo ha sido testigo de los efectos que pueden provocar las desigualdades. La historia está llena de ejemplos: pobreza, conflictos armados, falta de acceso a servicios básicos, analfabetización, limitaciones de movilidad social, exclusión, esclavitud, violencia y hasta efectos en la huella de carbono. Este último punto, ha generado gran preocupación desde hace algunos años al grado que gobiernos enteros se han propuesto reducir el impacto del CO2 en 2030 y 2050 a partir de iniciativas limpias como el uso de energías renovables y el cambio en los patrones de consumo.
Sin embargo, estas propuestas requieren de la colaboración de la ciudadanía para que comiencen a tener efecto. Pero ¿por dónde puede ir tomando forma? En la sociedad capitalista la interconectividad de los servicios y productos, también se proyecta en la interconectividad de los problemas, por lo que no es extraño que un factor de desigualdad como la brecha de género tenga un efecto importante en el impacto ambiental.
Una reciente investigación del Instituto de Investigación Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente de la London School of Economics and Political Science (LSE) y el CREST ha revelado que los hombres, al menos en Francia, dejan una huella de carbono significativamente mayor que las mujeres. La diferencia, en sectores clave como la alimentación y el transporte, alcanza el 26 %, una cifra que se equipara a la que existe entre personas de bajos y altos ingresos.
La huella de carbono se refiere a la cantidad total de gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente por una persona, un producto o una actividad. En este caso, la alimentación y el transporte son los dos sectores que más pesan en el total individual, y también aquellos donde se ha detectado una importante brecha de género.
Pero antes de continuar, es importante señalar que no solo son los hombres quienes generan este impacto al medio ambiente. La interseccionalidad de la sociedad nos indica que quienes más consumen son quienes más tienen y por consecuencia, quienes más contaminan. Una persona despojada de su propiedad no tiene –ni aunque lo quisiera– la capacidad de generar tantos residuos de CO2, como lo tiene un multimillonario.
Ahora bien, el estudio identifica el consumo de carne roja y el uso frecuente del automóvil —dos patrones históricamente relacionados con la identidad masculina— como los principales factores detrás de esta diferencia. Al controlar variables como el nivel de ingresos, la distancia recorrida o el tipo de empleo, los investigadores concluyeron que las preferencias ligadas al género tienen un peso determinante en el impacto ambiental individual.
“Este estudio muestra que las mujeres tienen una huella de carbono sustancialmente menor que los hombres en los sectores de la alimentación y el transporte”, explicó Ondine Berland, investigadora de Economía Ambiental en la LSE. “Identificamos la estructura familiar, las diferencias biológicas y un mayor consumo de carne roja y uso del coche entre los hombres como factores clave que explican esta brecha”.
Más allá del individuo, la vida en pareja también altera el comportamiento ambiental. Las mujeres con pareja tienden a adoptar dietas más intensivas en carbono, mientras que las diferencias en transporte se acentúan especialmente en los hogares con hijos. Las normas de convivencia y la repartición de tareas impactan directamente en los hábitos que contribuyen al cambio climático.
La investigación también advierte sobre el auge de tendencias culturales que podrían acentuar esta problemática al señalar que “las dietas basadas exclusivamente en carne —a menudo acompañadas de una retórica que rechaza las opciones basadas en plantas— corren el riesgo de reforzar estas normas y aumentar los comportamientos con altas emisiones de carbono”, alertó Marion Leroutier, profesora adjunta de CREST-ENSAE París.
Un dato que llama la atención es que, en lo que respecta al transporte aéreo, no se detectó una diferencia significativa entre hombres y mujeres. Esto sugiere que la brecha observada en otros sectores proviene de patrones culturales arraigados más que de la sensibilidad ambiental consciente.
En materia de políticas públicas se abre la hipótesis sobre si las mujeres ya presentan patrones más sostenibles en su vida cotidiana, ¿podrían ser aliadas clave en la transición hacia un modelo de cero emisiones?
La brecha de género, al parecer, no solo se refleja en los ingresos, la educación o la representación política. Y si se quiere frenar el calentamiento global, entender y transformar estos patrones podría ser tan importante como reducir las emisiones de las industrias más contaminantes.