«El idiota» de Dostoievski: la bondad radical que desafía un mundo cruel
Libros
Por: Carolina De La Torre - 05/20/2025
Por: Carolina De La Torre - 05/20/2025
Hay libros que no se leen: se sobreviven. El idiota, de Fiódor Dostoievski, es uno de ellos. No por su extensión, ni por su estructura laberíntica, sino por el vértigo que genera adentrarse en una mente tan limpia que se vuelve insoportable.
Publicado en 1869, este clásico ruso no es simplemente la historia de un hombre bueno en un mundo torcido. Es una especie de experimento emocional y moral, donde la inocencia absoluta —encarnada en el príncipe Myshkin— se pone frente al espejo del egoísmo, la pasión desmedida, el orgullo y la locura. Y lo que refleja no es bonito.
Dostoievski no suaviza la caída. Nos enfrenta a la pregunta incómoda: ¿qué tan viable es la bondad radical en una sociedad que opera bajo la lógica del interés y la apariencia? ¿Hasta qué punto puede resistir la ternura en un entorno que solo reconoce la inteligencia si viene con cinismo?
El idiota es un choque frontal entre ideales y realidad, entre almas que buscan algo puro y cuerpos que lo destruyen todo en el intento. A ratos agobiante, a ratos conmovedora, es una novela que no da respuestas, pero sí deja marcas.
“Los adultos no saben que un niño puede dar un consejo excepcionalmente sabio, incluso en los casos más difíciles.”
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
“Yo soy un tonto con corazón pero sin cerebro, y tú eres un tonto con cerebro pero sin corazón; y ambos somos desdichados, y ambos sufrimos.”
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
“La falta de originalidad, en todas partes, en todo el mundo, desde tiempos inmemoriales, siempre ha sido considerada la cualidad principal y la recomendación del hombre activo, eficiente y práctico.”
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
“No se puede entender todo de una vez, no podemos comenzar siendo perfectos de inmediato. Para alcanzar la perfección, primero hay que aceptar la ignorancia sobre muchas cosas. Y si entendemos todo demasiado rápido, tal vez no lo comprendamos a fondo.”
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
“¿Sabes? No entiendo cómo alguien puede pasar junto a un árbol y no sentirse feliz al verlo. ¿Cómo se puede hablar con alguien y no sentirse feliz de amarlo? Es solo que no logro expresarlo... ¡Y qué cosas tan hermosas hay en cada paso, que hasta la persona más desesperanzada debería sentir su belleza! Mira a un niño, mira el amanecer de Dios, mira cómo crece la hierba, mira esos ojos que te miran y te aman.”
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
“Casi no existo ahora, y lo sé; solo Dios sabe qué es lo que vive en mí en lugar de mí.”
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
“En toda idea de genio, o en toda idea humana nueva, o más simple aún, en toda idea seria que nace en el cerebro de alguien, hay algo que es imposible de transmitir a los demás.”
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
Nunca debemos olvidar que los motivos humanos suelen ser mucho más complejos de lo que solemos suponer, y que rara vez podemos describir con precisión los motivos de otra persona.
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
Dios siente una alegría inmensa cada vez que desde el cielo ve a un pecador orándole con todo el corazón, como la que siente una madre al ver la primera sonrisa en el rostro de su bebé.
— Fiódor Dostoyevski, El idiota
Creo que si uno se enfrenta a una destrucción inevitable —por ejemplo, si una casa está cayendo sobre ti— debe sentir un gran deseo de sentarse, cerrar los ojos y esperar, pase lo que pase...
— Fiódor Dostoyevski, El idiota